Los muertos - Tercera entrega

Esta novela se basa en la revuelta anti-Gobierno que estalló en Nicaragua en abril de 2018.

Foto de Grethel Paiz.

[Para leer la primera parte, en este enlace]

[La segunda parte, aquí]

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9.         #SOSNicaragua #SOSINSS #OcupaINSS2018

            @PerroMarxiano

            12 watching

Estamos aquí, desde la Catedral Metropolitana de Managua. Acaba de venir la policía a movernos. Estábamos afuera, cerca de la rotonda de Metrocentro, en un plantón pacífico, pero ahorita acabamos de entrar por los portones del costado sur de los predios de Catedral, donde los guardias de seguridad nos han permitido resguardarnos. [Mujer pasa corriendo en dirección contraria:] De dos camionetas se bajaron un montón de antimotines a dispararnos [la mujer sale de escena y se une a otra muchedumbre que corre hacia el atrio]. Están disparando los antimotines, vamos a ir a ver [la cámara corre y la imagen se vuelve inestable]. Que se bajaron de varias camionetas, informa la señora. Están tratando de rodearnos y acorralarnos aquí en los predios. Hay casi mil personas acopiando víveres y haciendo plantón pacífico a lo largo de la explanada, en el atrio, y como podemos ver, la policía está disparando gases lacrimógenos y balas de goma desde afuera. Hay alrededor de doscientos antimotines en toda la zona. Voy a tratar de seguir transmitiendo para que quienes me siguen en Twitter puedan estar informados de la situación. Estamos viendo al gobierno de Ortega, desesperado. Dando patadas de ahogado. Pero la gente se sigue sumando. Los vehículos están viniendo a dejar víveres por el portón del costado oeste. Y bueno, aquí nos vamos acercando. Vemos un alboroto allá al fondo, por el portón sur, de donde nos acaban de replegar los antimotines. Parece que el cura está negociando. Me voy a asomar. [La cámara avanza en dirección opuesta a varios grupos de personas que corren hacia la catedral. Al fondo se divisa la sotana negra del sacerdote, rodeado por algunas personas, hablando a través de las verjas con un oficial de policía]. Vamos a acercarnos a ver qué está pasando. ¡Buenos días, padre! ¿Qué le dicen los oficiales? [El sacerdote, con las manos en la cintura, mira hacia un lado y hacia otro. La cámara se le acerca:] Bueno, ahorita acabamos de tratar de hablar con el subcomisionado que está a cargo de los antimotines que están afuera y le solicitamos que cesen la represión, que cesen los ataques hacia nuestro templo. Se les trató de explicar que aquí no se está llevando a cabo ninguna acción ilícita. Que estamos participando en una jornada humanitaria en apoyo a nuestros jóvenes, y que los protegeremos detrás de nuestros muro”. ¿Cuál fue la respuesta del subcomisionado? “Bueno, el insiste en que expulsemos a los muchachos, que tiene orden de desalojar la zona, y nos piden que colaboremos. Pero ante el nivel de represión que estamos viendo en este momento, y que hemos visto los últimos días, no vamos a entregar a estos jóvenes para que los lastimen”. Muchas gracias padre. Por sus declaraciones y por su apoyo. Y aquí vamos a seguir, en solidaridad con nuestros hermanos que andan en la calle. La policía nos sigue rodeando, y como pueden ver, siguen tirando gases dentro desde el otro lado de los muros, pero ya los muchachos se están organizando para resistir el ataque y proteger el punto de acopio. Las intenciones de la policía es limpiar el paso para que las turbas ataquen a los muchachos y la  Catedral. Son las once y cincuenta de la mañana. Voy a tratar de desplazarme al portón oeste, donde varios carros están dejando víveres, y donde se está formando una cadena humana para abastecer a los muchachos de la UNI. Trataré de seguir transmitiendo en breve.

           

10.       “Que mejor me quedara y viera el acopio en la iglesia de Santa Martha, me dice el deaverga, como si le estuviese pidiendo permiso. Vos me conocés loco, y sabés cómo soy. Y esas son las cosas que me enturcan de Ramiro, maje”.

            Mientras hablo, Joaquín le da tres jaladas a un churro. Extiende la mano para pasármelo y la vuelve a poner sobre el timón cuando pasamos los semáforos de Invercasa. Me dice :

            “Prix, pero entendelo al brother. Está preocupado. No creo que lo haga con mala intención. Y yo sé cómo sos de disparada. Ramiro también, y por eso se preocupa el maje”.

            “Tu madre, loco. Ahora soy una cipota y necesito que todos los hombres que tengo cerca me cuiden ¡Va jalado! Es que entre machos se entienden. Pero bueno, vale turca. La verdad te agradezco el ride”.

            “Ja, ja, ja, sí, maje, por hacer el volado ya agarré terminación. Vos sabés que no hay falla si, prix, pero asumo que Ramiro no sabe que venís conmigo”.

            “Obvio no. Es que ni le dije nada. Sólo me levanté y me fui a la turca. Tampoco es como que el maje pueda hacer mucho para detenerme”.

            “Bueno, Fer. Lo único es que ojalá no le entre su drama si me ve con vos allá. Y ojalá que tampoco me vuelva a pasar lo de ayer en la UNI”.

            Joaquín es mi brother desde que soy chatela, por nuestros padres. Mi papá y su papá estuvieron juntos en la Insurrección del 78 y 79, pero se conocían desde antes, porque ambos fueron alumnos del Pedagógico Lasalle, en Diriamba. Después del triunfo, mi papá trabajó en el Ministerio de Reforma Agraria por algunos años, y finalmente le fue otorgada una beca para culminar sus estudios en la RDA. Actualmente trabaja como consultor en asuntos agrícolas para distintos ministerios e institutos. Milita, por algún tipo de religiosidad irreflexiva, en las filas del orteguismo. Pero es por pura lealtad, “por disciplina al partido que vi nacer, por el que derramamos sangre y juventud” dice.

            Mi papá es militante, pero no es pendejo, y ha sabido mantener su militancia lejos de la luz pública, a diferencia del papá de Joaquín, quien en los últimos años se ha vuelto un acérrimo defensor del régimen en público y en privado. El papá de Joaquín fue fundador de uno de los primero BLI del EPS. Ascendió a lo largo de su carrera, de Teniente primero, a General de Brigada, hasta su retiro, en 2004. Joaquín siempre ha tenido una vida bastante cómoda, pues, además de ser parte de la cúpula militar del país, su papá también ha hecho inversiones considerables en una variedad de negocios dentro y fuera de Nicaragua. Joaquín y yo estudiamos en el Colegio Alemán Nicaragüense, y nuestras mamás decían, desde que teníamos como tres años, que éramos novios. Una costumbre bastante lamentable de nuestros padres. Pero la verdad es que nunca fuimos realmente novios. Pero sí amigos. Muy buenos amigos. Y cogimos por un par de meses, en mis tiempos de Tinder, después de mi aborto. En el fondo creo que hay una especie de atracción que hemos sabido convertir en afecto, pero que era necesario evacuar. Y el sexo fue bueno. Es divertido cómo podemos relacionarnos con alguien por años y no conocerlo realmente si no hasta tener su verga dentro. Eso me pasó con Joaquín. Sólo sentí que lo conocí cuando me tiré sobre él y empecé a pasar la punta de mi lengua por su hombro, su cuello, cuando me la metió, primero despacio, hasta la mitad y yo como que, bueno, ya está toda, no está mal, pero entonces sí la dejó ir por completo, y me abrazó y yo le clavé las uñas en el cuello y el hombro y nos vimos a los ojos, y como que recordamos quiénes éramos, o reconocimos los rasgos externos de esos que creíamos que éramos. Pero normal, fue un buen polvo, o varios buenos polvos, pero la amistad prevalece, y siempre lo hablamos: que no nos íbamos a enredar. Y contrario a los delirios de Ramiro, nunca se las he pegado con Joaquín.

            “Ramiro no tiene porque ponerse malo porque vine con vos, maje”, le digo mientras le devuelvo el churro, “y si se pone, pues me vale verga. Andamos en una mierda más importante que sus celos de chatel pendejo ahorita. Mejor contame bien lo que te pasó en la UNI”.

            “Maje, fue balurde.  Me fue desde en la mañana, tipo 10, y nada, estuve un rato con los majes que estaban ahí, haciendo barricadas, metiendo medicinas y agua que llevaba la gente, normal. Tipo mediodía cayeron los tombos, y de entrada tirando gases y balas de goma, así, a quemarropa. Entonces yo estaba por los semáforos, pero me fui corriendo a la UNI, porque ahí estaban los majes con los que estaba haciendo la barricada. Cuando entramos, está el relajo, todos los que estaban en la calle se meten huyendo de los gases, y ahí me encuentro a un hijuelacienputa chavalo farándula que me conoce de la UAM, pero que se las tira de subversivo en Twitter. Creo que una vez te conté, que un maje se había puesto a tirarme en los días de lo de Indio Maíz, porque mi papa había salido hablando pajas en la tele. Y nada, el maje no me dice nada, pero se queda parado, viéndome como imbécil, y yo sigo corriendo con unos majes, para agarrar piedras y tirarle a los pescas desde el CIPRES, y de pronto se dejan venir como cinco majes y me agarran del cuello, y me jalan para un lado y me empiezan a decir que soy infiltrado, que soy el hijo de fulano del Ejército, que qué ando haciendo, que si ando armas. Los majes me tienen ahí un gran rato, me revisan los documentos que ando en la billetera. Miran el carnet de la UAM y les explico que soy estudiante de ahí, pero que me vine a apoyar y que los majes que estaban en la barricada podían decirles. Al final me soltaron los majes, y bueno, me jalé. Entonces nada, eso. Ojalá no pase de nuevo”.

 

11.       Es el tercer viaje que echo. La verdad Managua se ha transformado por completo en dos días. La gente está en las calles, protestando. Por cada barrio que paso hay barricadas, piquetes, gente agitando banderas. ¿De dónde salió todo esto? Uno pensaba que el nica había entrado en una especie de parálisis histórica. Como si la historia se hubiese estancado, o como si la historia se hubiese parado al borde de un edificio de veinte pisos y llevase el último par de décadas tomando valor para saltar. Pero la verdad es que la historia no se para, ni salta ni decide. Es lo que nunca entendió aquí la dirigencia. Pero Rodrigo y yo sí lo entendíamos, sí lo hablábamos. Rodrigo había ido a Cuba y a la URSS a recibir cursos de teoría marxista, y pasaba horas y horas explicándome a Marx o contándome sus anécdotas de viaje. Y me decía algo que nadie más decía por aquellos años, al menos nadie que militara en el FSLN de los setenta: que la dirigencia era moral y teleológicamente católica, culturalmente burguesa y políticamente  conservadora. Y me decía que eso, entre otras muchas cosas, determinaba la visión de la Historia como un devenir metafísico, con leyes casi universales, en una suerte de romanticismo burgués revolucionario que empapaba el discurso y la figura pública de los dirigentes. Optaron más por el mesianismo y la verticalidad, en cambio de optar por una comprensión real, material, de las fuerzas productivas y sociales que determinan la historia. Me decía Rodrigo que si el Frente alcanzaba la victoria, esa era algo que se debía tener muy en cuenta. También decía que la participación de la iglesia era un mal necesario en un país como este, en un contexto insurreccional, pero que sentía que más que una radicalización de la iglesia, lo que se estaba logrando era una cristianización de la lucha, que conservaba muchos males estructurales que sustentaban el somocismo, y cualquier régimen autoritario. Era una reflexión arriesgada, incluso atrevida en aquellos años, pero que muchos confirmamos cuando el Frente estuvo en el poder. Y pienso en eso cuando me pregunto de dónde salió todo esto. La verdad es que todo esto siempre estuvo aquí, acumulándose. Pero nosotros, quienes participamos en el proyecto revolucionario, y nos lanzamos a una especie de disidencia al compás del neoliberalismo y la globalización en los noventa, fuimos quienes estancamos la historia. Establecimos una estructura organizativa de masas que creo una cultura de dirigentes/militantes, que se fue concibiendo como la única posible. Sobre esa estructura hemos levantado nuestras ONGs, nuestros modelos empresariales, nuestros modelos de representación gremial. Hicimos un sincretismo capitalista revolucionario para lograr el difícil balance entre comodidad y consciencia social. Y redujimos el tejido social a indicadores y cifras, a objetos de asistencialismo, capacitación y dirección. Y las estructuras de masa que sobrevivieron al desastre de la Revolución, fueron instrumentalizadas por el orteguismo que nacía con la derrota. Y los que se volvieron disidentes, crearon sus ONG, y las manejaron como manejaban los institutos de la Revolución. Y otros nos dedicamos a los negocios. Y nunca aprendimos a escuchar a la gente. Todos estábamos ocupados con nuestros proyectos, con nuestras familias, ya habíamos dado nuestra cuota a este país, para que nuestros hijos no tuvieran que hacerlo, o eso creímos. Y ahora nuestros hijos están de nuevo en las calles, como nosotros. Y yo estoy de nuevo aquí en las calles, con mis muchachos, haciendo lo que puedo. Entregando insumos médicos, bicarbonato, agua embotellada. Me dicen que hay alrededor de ochocientos muchachos dentro de la catedral. Hay un cordón de antimotines en el costado sur, en la parada de buses de Metrocentro. Hace más o menos una hora dispararon gases y balas de goma contra unos muchachos que protestaban en la rotonda, obligándolos a refugiarse dentro de la catedral. Pero muchas personas seguimos viniendo a dejar nuestros aportes al portón del costado oeste. Del otro lado de la avenida, están los campos de la UNI. Una parte de las cosas acopiadas son trasladadas por una cadena humana hacia allá, para otra buena cantidad de muchachos que resisten dentro del campus. Estoy de pie junto al carro, con la valijera abierta, tomando cajas de agua y pasándolas, tomando bolsas con mascarillas desechables y pasándola, mientras pienso en Rodrigo, mientras la historia de los muchachos que fuimos colapsa sobre mí como una columna de espejos. Pero de pronto la cadena humana se perturba. Algunos empiezan a correr, otros a gritar. Desde la rotonda avanzan tres escuadras de antimotines. Yo me quedo petrificada. Hace poco escuché disparos. Varias detonaciones seguidas del otro lado de catedral. Algunos de los muchachos que están del otro lado del muro, resguardando lo acopiado, me dijeron que es segunda vez que se escuchan, y que provienen de Plaza el Sol, que seguramente estaba terminando el acto en honor al policía que mataron ayer por la UPOLI, y que seguramente ahorita, terminando el acto, iban a caer, y que iban a caer con todo, porque andan encachimbados con que les mataron a uno. Y era cierto. Ahora caen como una horda sedienta de violencia. Yo estoy petrificada y veo avanzar hacia mí la estampida de muchachos que segundos antes se mantenían en el bulevar, formando la cadena humana, o alzando pancartas y protestando en la calle y que ahora huyen de las bombas lacrimógenas y balas de goma que soltaban a mansalva. Me quedé petrificada, hasta que un muchacho que llevaba una camiseta amarrada en la cabeza cerró de golpe la valijera y me arrastró hasta la puerta del carro. “Váyase, madre”, me dijo, “aquí se va a poner feo”. Yo lo vi a los ojos, y otra vez vi a Rodrigo. “No”, abrime el portón papito. Yo me quedo aquí con ustedes”  le dije. Todos estos muchachos son Rodrigo, y yo no los iba a dejar morir.

  

12.       La orden es únicamente abrir fuego desde puntos ciegos, y usando tácticas de distracción. Nos pidieron que la cifra de muertos no sea demasiado alta, pero sí lo suficientemente clara como dar el mensaje de que las calles son del Frente Sandinista: disparos a la cabeza, el cuello y el tórax. Tenemos seis francotiradores en el techo del Estadio Nacional Denis Martínez, que cubren toda la avenida oeste de la catedral, el campo de la UNI y algunos de sus edificios. Ahora si van a saber estos criminales qué significa toparse con la unidad élite de la Dirección de Operaciones Especiales Policiales. Somos la unidad de Tácticas y Armas Policiales para Intervención y Rescate, T.A.P.I.R. Nos hemos preparado para esto. Es el momento en el que todo nuestro entrenamiento debe ser puesto en práctica. Cargo en mis manos una M16 y espero que el cordón de las Brigadas Especiales antidusturbios que avanza de sur a norte, replegando y acorralando a estos criminales, me despeje el paso hasta mi posición. He recibido entrenamiento de las Unidades Antiterroristas de Francia y la GIN9, de la TZAHAL israelí y de la FSB rusa. Sé perfectamente cómo actuar. Soy una máquina forjada para hacer esto. Nos han dicho que muchos de estos delincuentes que se han hecho pasar por estudiantes tienen armas. Y eso está más que claro. No fue con caricias que mataron al compañero Hilton. Y no es con flores que le vamos a responder nosotros. Veo avanzar el cordón de mis compañeros, levantando delante de ellos una muralla de gases atravesada por las balas de goma y veo retroceder a todos estos chavalitos hijos de papi que quieran jugar a los terroristas, a los golpistas, los veo huir como cucarachas, despavoridos, detrás de los muros de la catedral. Estoy atento para atravesar la calle y tomar mi posición. Quieren hacer lo mismo que en Venezuela. Quieren traer a los gringos, y hacer lo mismo que en Siria. Pero aquí se equivocaron estos hijos de la gran puta. Aquí sí les salió la virgen. Aquí en Nicaragua los golpistas, los invasores siempre se enredan. Aquí hay pueblo sandinista que va a defender esta Revolución con las armas en las manos.

 

13.       Sobre, compadre. Ahora sí. Sin vulgareo. ¡Oe Tyson, vení maje! ¡Vamos a juntar los tubos! La van a ver feyuca estos puercos hijuelagransetenta mil putas, compadre. Pero nos tenemos que poner al chile. Sin vulgareo, maje, que si no nos blanquean de una. Vivo, maje. Dale, Chicha, descobijate con ese tubo y pasale el otro a Moncho Pega. A ver, compadre. Ojo, pestaña y ceja: yo me voy por allá,  con Pelo e' Paloma y Satanás, siguiendo la linea de palos, pegados al muro, y caemos de una por el monte. Chicha e' Perra, Moncho Pega, Tyson y Pancho Flaco, me hacen la caridad y se me van por aquince, de cruzada por el campo, y ya cuando estén cerca, por donde están aquellas piedras canteras, les dejan ir el turquetazo, compadre, de una, bien medido. Aprovechen que están distraídos volándole gases a los chavalos ¡Y cuidadito cuadrean, perros, que nos desculan! Cuando los tombos los pepsicoleen, ustedes ya se tienen que haber tirado detrás de las piedras, a recargar. Ahí Tyson lleva siete  caramelos en la mochila. Entonces, en lo que ustedes se tiran detrás de las piedras, nosotros ya los vamos a tener de a cuarta a esos hijuelagranputas. Ahí nos los bajamos de una a los que queden. Como ustedes ya van a tener recargadas esas vergas, se la vuelven a dejar ir desde las piedras mientras nosotros recargamos, después se la dejamos ir de nuevo, recargan ustedes y así nos coordinamos, compadres.  ¡Oe Chucky hijuelacienputa! ¡Vení para acá y pasá ese tubo si vas a estar de cagado! Chavalo hijuelacienputa más redondo, compadre. Ni lo hubiéramos traído. Chucky, andate de mecha con estos majes mejor y dale el tubo a Satanás, que nosotros sólo llevamos dos. Ya saben pues cómo es el tiro. Ustedes se tienen que bajar por lo menos a tres de esos hijueputas cerotes. Nosotros vamos sobre el resto ¡Vivos, perros!

 

14.a     Me dijeron que si quería meter el carro, que tenía que ser por el portón norte, del lado de la DGI. Yo les dije que OK. Les dije que lo podíamos usar para trasladar heridos también. Que yo iba a apoyar en lo que fuese necesario. Y eso hice. Entré por el portón norte, luego de hablar con el CPF y que éste consultara por radio con el CPF del portón oeste. Varios muchachos corrían por la explanada. Grupos de médicos o de estudiantes de medicina iban y venían. Muchachos heridos por las balas de goma eran cargados por muchachos que se asfixiaban entre los gases. Otros recogían todas las piedras que encontraban y las amontonaban cerca del portón oeste, donde el cordón de antimotines seguía avanzando, tratando de cercar a los muchachos que salieron a resistir a la calle con piedras en las manos, con unos pocos morteros. Manejo sobre el camino de la explanada, hasta llegar a una parte del predio donde hay más carros parqueados. Tomo mi pañoleta blanca y me la amarro en la cara. Bajo el retrovisor y me veo a los ojos antes de salir del carro. Tantas cosas pasan por mi cabeza. Viejas consignas, escenas de un pasado que ya parece el recuerdo de un sueño, los ojos de Rodrigo devolviéndome la mirada como ahora me la devuelve el retrovisor, alegrías y dolores, todo pasa por mi cabeza como el paisaje por las ventanas de un tren a alta velocidad. Camino hacia el atrio de la catedral. Hay muchachas aterrorizadas. Monjas caminando de arriba a abajo. Dos sacerdotes miran las bombas lacrimógenas caer en la explanada, las columnas de gases crecer como espectros gigantescos dentro de los muros, con un gesto que oscila entre la rabia y la compasión. Algunos muchachos huyen de esos espectros asfixiantes y buscan refugio dentro de la catedral. Otros que corren en sentido contrario se les dejan ir de frente, los atraviesan, y salen a la calle apretando lágrimas entre los ojos, los párpados y los pómulos hinchados a tirar piedras, con una valentía admirable. Hay aproximadamente 150 chavalos resistiendo en la calle. Pero varios de los que están dentro por fin comprenden su ventaja táctica, y se alinean detrás de los muros, en los puntos donde, del otro lado, en la calle, toman sus posiciones los antimotines a quienes les empiezan a tirar piedras, sin que puedan responder con fuego directo. Eso hay que hacer. Hay que volverlos locos. Somos como hormiguitas, todos, como decía Carlos. Si los chavalos que están adentro les tiran piedras desde los muros, y los que están afuera les tiran piedras y morteros de frente, sólo faltaría que les cayeran del lado de la UNI, y no van a dar abasto. Estos son mis muchachos. Los mismos de siempre. Y yo aquí estoy con ellos.

 

15.       Ahora que mis compañeros han logrado avanzar, tomo mi posición. Cruzo la calle de este a oeste, y me parapeto en un cauce de concreto. Una vez despejada el área, cinco compañeros de mi unidad  se me unen. Avanazamos casi en cuclillas, para no revelar nuestras posiciones, con nuestras M16, Galiles y AKs empuñados, en defensa de la causa del pueblo. De la Revolución del pueblo. Y de nuestro comandante, Daniel. El cordón de las Brigadas especiales que nos ha abierto el paso empieza a retroceder y desordenarse. Ninguno de mi escuadra entiende lo que pasa, pero avanzamos por el cauce, paralelos a la calle, sin que estos delincuentes vandálicos nos puedan detectar, buscando los mejores ángulos. Tres de mis compañeros han tomado posiciones a lo largo del cauce. Los vándalos hacen retroceder a nuestros compañeros de las Brigadas especiales con piedras. Hacen quedar mal a la institución. Hacen quedar mal a la DOEP. Pero por eso estamos nosotros aquí, avanzando siempre hasta destruir al enemigo con efectividad letal. Nos hemos forjado para esto. Tomo posición. Desde aquí tengo varios blancos asegurados: el grupo de médicos y delincuentes que están apostados en el portón oeste, asistiendo a quienes atacan nuestras Brigadas Especiales Antidisturbios, quienes son asediadas desde todos los puntos, incluso desde dentro de la catedral. Estos terroristas están usando el templo como cuartel de operaciones. Se están resguardando detrás de las sotanas de los curas. Pero la orden es clara: despejar la zona por todos los medios necesarios, y decomisar todo lo que han acopiado dentro. Así golpeamos la logística de estas unidades terroristas financiadas por la derecha y por el Imperio. Así establecemos un ejemplo. Un mensaje claro: las calles son del pueblo sandinista y a la Revolución no la detiene nadie. El cordón de Brigadas especiales se ha disuelto, y han pasado a re-agruparse en varias escuadras que se han visto obligados a tomar posiciones defensivas en las casetas de las paradas de buses, o detrás del primer árbol de la vida del bulevar. Y para colmo, estas hordas de criminales de la derecha avanzan gritando consignas que son nuestras. Que son del pueblo sandinista. “¡Que se rinda tu madre!”, “¡Patria Libre o Morir!” “¡El pueblo unido jamás será vencido!” “Ortega y Somoza son la misma cosa”. Pero ellos no son pueblo. Pueblo somos nosotros, y todos los que estamos en esta Revolución. Estoy apuntando mi M16 a un grupo de encapuchados que se cubre de las balas de goma con una caseta de Coca-Cola, y a mí lo que menos me tiembla es el pulso.

 

16.       Suave Pelo, no nos dejemos ir de boca. Midamos bien. Mirá aquella verga en el cauce ¿No es un tombo, compadre? Oe, Satanás, ¡agachate, hijueputa! No jodás, pieza. Sí es un tombo. Y allá hay otro. Y allá están dos hijueputas más ¡No jodás, compadre! ¡Y esos hijueputas si andan fierro! No es goma lo que van a tirar. Simón, esos son los TAPIR, compadre, ni quiera la araña. Fusil y escopeta andan los cerotes. Oe, ¿será que ya se descobijaron aquellos hijueputas de que ahí están esos tombos? Nos van a hacer turca cuando nos demos la abierta. Satanás, ¿andás internet en esa verga? Mandale un mensaje a Chicha o al Tyson, para que sepan que ahí están esos puercos. Pero descobijate, papito, que ya los veo como que van a dejar ir los morteros esos chavalos y en cuanto esos tombos del cauce los miren, nos van a feyuquear.

 

17.       “¡Hay un muerto en la UNI!” “Le pegaron un balazo en el cuello” “Estos hijos de la gran puta tienen francotiradores por todos lados” “Mataron a un cipote de quince años que andaba ayudando a pasar el agua”, era lo que se escuchaba mientras me acercaba al atrio. Y más muchachos salían a la calle. No les importaba saber que había francotiradores. No les importaba que los antimotines los superaran en entrenamiento, coordinación y pertrechos. No les importaba que la estrategia del gobierno fuese cada vez más violenta, más errática, más imprevisible.  Es el flujo de siempre. Como cuando nos atacaron el 9 de julio del 78 en Jinotepe. Unos salen del templo a la calle, a resistir, a volar verga. Otros huyen de la calle hacia la catedral. Hay histeria. Se escuchan detonaciones de armas de fuego. Me pareció escuchar una ráfaga de M16 y dos escopetazos. Pero no de francotirador. Se escuchó aquí no más. Del otro lado de la calle. No sé si uno de esos mató al niño al que se refieren.

 

18.       Cuatro detonaciones de mortero a mis tres en punto alcanzan a dos de mis compañeros, pero no los impactan directamente. Una tercera detonación sí le quema la pierna de uno, y hace que el otro bote su arma y se arrastre a como puede de regreso a nuestra posición original, tras el cordón de las Brigadas Especiales. Apenas escucho las primeras detonaciones giro 180° y detecto a los delincuentes que las provocan, parapetados tras unos bloques de piedra cantera que saltan en pedazos con la primera ráfaga de mi M16. Mientras cargo, y uno de mis compañeros avanza para cubrirme, desde un montón de monte, otro grupo de delincuentes al que no habíamos detectado,  detona más morteros, uno de los cuales me impacta y calcina el hombro izquierdo. Pero antes logro soltar una ráfaga contra los delincuentes que nos atacaron primero, y que ahora huyen como ratas desde las canteras hacia los edificios de la UNI. Mis balas alcanzan a dos de ellos, y los veo caer mientras sus secuaces siguen corriendo, hasta refugiarse detrás de un muro a medio construir. Yo grito de dolor, de encachimbamiento, los maldigo, juro que me la voy a cobrar cuando mi compañero me echa un brazo bajo el hombro y me saca a rastras, sin dejar de apuntar con el otro brazo su Galil al campo, donde ya nadie corría. En el otro extremo se amontonaba un grupo de gente alrededor de un vehículo que llevaba medicamentos, y que se trataban de resguardar al escuchar los disparos. Nosotros buscábamos nuestra salida, buscábamos sacar a nuestros compañeros heridos del cauce, cuando escuchamos, desde el Estadio, donde se está reconcentrando un contingente de nuestras fuerzas combinadas, una detonación de Dragunov. Entonces vimos caer a un muchacho. “Lo pegaron en el pescuezo a ese hijueputa”, me dice mi compañero, como para animarme y yo no dejo de gritar y maldecir a estos criminales.

 

19.       ¡Chavalos hijos de la gran puta más redondos, compadre! El Satanás también es caballo. Le manda el mensaje al Tyson “tan ls tomvos n l cause. bivo prro”. El otro hijuelacienputa le pone “sobre”, le dice algo a los otros redondos del Chicha, el Chucky y el Moncho, y cómo hijuelacienputa no le va a decir ninguno que no le tire a esos tombos. Si les estamos avisando es para que no tiren. Y tiran los hijuelagranputas, compadre. Y ahora pegaron al Pancho y al Chucky. Y ni como irlos a recoger, porque ya vimos que nos blanquean desde el estadio. Así como se acaban de blanquear al pobre chatel que no hallan ni cómo sacarlo. Ahí está todo mundo gritando, que tiene quince años, que se está ahogando porque lo pegaron en el cuello. Y gritan que hay otros muchachos heridos en el campo, que son el Chucky y el Pancho. Y el resto de hijueputas que estaban con ellos están metidos detrás del muro, y nosotros en este montarascal que no nos podemos ni mover. Pero nos los bajamos a esos vergas. Nos los bajamos a los TAPIR, compadre. Iban a blanquear a los chavalos de la catedral, y mal gas, compadre. Te hablo al chile, esos hijueputas no andan perdonando. Pero ahora hay que ver cómo salimos de aquí y cómo sacamos a esos hijueputas que están ahí tendidos, viéndola pálida.

 

20.       Mensaje de la Vice-Presidenta al Pueblo de Nicaragua

            Queridas Familias de nuestra Nicaragua, Bendita, Unida, Siempre Libre, hoy es 20 de Abril. Queremos empezar con aquel lema, aquellas palabras de San Francisco de Asís: ¡Paz y Bien! Paz y Bien para todas las familias nicaragüenses […] Paz, Paz, Paz, con Palabras de nuestro gran Rubén.

[…] Trágicos y dolorosos estos momentos que la Familia de nuestro Hermano Policía Hilton Rafael Manzanares, que hoy será ascendido póstumamente a Capitán de esa Policía Nacional que nos cuida a tod@s, y cuyo trabajo como Garantes de la Seguridad Ciudadana, és reconocida en todas partes del Mundo. […] Trágicos y dolorosos momentos donde la cizaña intoxica algunos Corazones, y donde la ambición puede cegar. La ambición ciega ! Son Trágicos y dolorosos estos momentos para todo nuestro Pueblo, para todo el País, y la responsabilidad sobre estos crímenes de odio, y sobre el Ambiente y las Aguas que han sido revueltas y enturbiadas, recaerá sobre aquellos que, con alevosía, agitan y alientan sin dar la cara; aquellos que desconocen el daño que hacen a Nicaragua y al Pueblo nicaragüense. […]

estas tormentas y estos nubarrones creados, promovidos, financiados y diseñados en la pretensión de romper la Paz y la Armonía Social, con toda seguridad pasarán […] Estos Movimientos artificiales, propios de un Pensamiento desconectado, desconsiderado y destructivo, no van a desmovilizar la Voluntad y el Compromiso Cristiano, Socialista y Solidario de este Gobierno de Tod@s, que reafirma los Derechos de Tod@s, y reafirma que la Paz és el único Camino para asegurar lo que tod@s queremos para nuestra Nicaragua […] Y, Compañer@s, hoy tenemos que lamentar, además, que han resultado heridos una cantidad de Herman@s Policías en estos Movimientos que garantizan el cuido a las Instituciones, y el cuido a las Familias nicaragüenses […] Tod@s est@s Herman@s, estamos hablando de 28 Policías lesionad@s, por eso decimos que és un asedio a la Paz y a la Seguridad. Eso és lo que estamos viviendo, un asedio que muestra falta de Corazón y falta de Conciencia […]