Blanco silencio lejanía espesa (Poesía 2006-2019). Selección poética de Alejandra Sequeira

Presentamos una selección de Blanco silencio lejanía espesa (Poesía 2006-2019), publicado bajo la editorial Lector disléxico y disponible en Amazon Libros Sobre este libro el editor y poeta Carlos M. Castro escribió lo siguiente:

«¿Cuándo acabará esta incompletud?»

Casi 20 años han tenido que pasar para que Alejandra Sequeira (Managua, 1982) decidiera publicar una segunda colección de poemas, ahora en forma de plaquette. Tras obtener mención de honor en el IV Concurso Nacional de Poesía Mariana Sansón 2006, convocado por la Asociación Nicaragüense de Escritoras (Anide), su primer poemario, Quien me espera no existe, fue seleccionado por el Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) en su certamen anual para publicarlo ese mismo año. Luego de eso, silencio casi total, interrumpido solo por colaboraciones en revistas y antologías.

Blanco silencio lejanía espesa (Poesía 2006-2019) reúne 13 piezas de ese libro primigenio, más otros 12 poemas que la propia autora ha seleccionado de entre su producción posterior. Algunos de estos textos han sido extraídos de La enfermedad florece en el desierto, libro que Sequeira escribió como proyecto final de la maestría en Escritura Creativa que completó en la Universidad de Texas en El Paso y que será publicado próximamente, en edición bilingüe, por la editorial italiana Formarti. Oscilando entre las más hondas dudas existenciales y la violencia descarnada de nuestra vida supuestamente civilizada, la poeta, que también posee una maestría en Literatura Hispánica por la Universidad de Arizona, interroga con inteligencia y sin concesiones a nuestro tiempo y pone en tela de juicio los valores que lo sostienen (acaso con nuestra sorda complicidad).

Fotografía de Víctor Ruiz

De Quien me espera no existe (2006)

 

Soledad

 

La verdad llega con el tiempo.

 

Quien me espera:

no existe.

 

 

 

Saxo

A Ch. Parker

 

Al igual que el sexo

el jazz no se inventó

se hizo.

 

 

En la ciudad, a estas horas,

el silencio se vuelve innominado.

 

Alguien nos observa

por ventanas abiertas como risas

alguien sabe ya

que un cementerio de besos

y de abrazos

es lo que resta entre nosotros.

 

 

Crucificado en las pupilas incendiadas

hasta pulverizarle el rostro.

 

Cuelga polvo

de sus ojos.

 

Dos cuerpos se cierran en la noche.

 

 

Posterior a Quien me espera no existe

 

El agua, el viento, el vuelo, las palabras recordadas, y el acto del amor
son sólo interrupciones.

Weldon Kees

 

Nadie nos puso sobre aviso.

 

Nadie habló de cómo despedir a un muerto: el cuerpo de mi madre

 que ya no le pertenece.

 

Nadie habló de despedir la tarde

que irremediable cae abandonando el bosque.

 

Nadie habló de la esperanza.

 

Lo que aprendimos no es lo que nos enseñaron. Nadie nos puso sobre aviso.

 

 

 

Virus

 

Mi ADN, su ADN: una historia compartida.

Virus y humano. Humano y virus:

el vínculo secular de una relación simbiótica.

 

Amigo virus. Enemigo virus,

en la lucha de poder,

¿quién decide quién vive y quién muere?

 

El cuerpo aspira a ser perfecto

pero

la perfección es solo otra ilusión de la naturaleza.

 

 

 

De La enfermedad florece en el desierto (2019)

 

El espacio liso no cesa de ser traducido, trasvasado a un espacio estriado; y el espacio estriado

es constantemente restituido, devuelto a un espacio liso.

 

Gilles Deleuze

Las cicatrices avanzan

como cebras desbocadas. Pero

un deseo de curarse

las contiene.

 

El desierto extiende su bálsamo de arena

sobre el pliegue indómito

pero

no logra que vuelva

al sendero.

 

Cada día es día es distinto. Lo que no cambia es la lucha entre las formas.

 

 

Blanco silencio/ Lejanía espesa

 

 

The silence of the desert is a visual thing too.

 Jean Baudrillard

 

 

Ahí donde el silencio se convierte en minerales

y la luz se suspende en el tiempo.

 

Ahí donde el deseo es neutro

y la mirada no encuentra dónde reclinarse

el desierto

y su blancura salvaje.

 

Ahí hay algo que se desvanece en el instante

sin contornos

el rostro

sin lindes

las manos de mi amado.

La vastedad

es la voz de mi madre que me llama,

mi hermano que atraviesa la espesura

en busca del camino

que nos lleve a casa.

 

 

Esa cosa muerta que existe en el lenguaje

Enrique Lihn

 

I

El cuerpo se me oxidó en el desierto.

 

Me vi fracasada en el lenguaje

primitiva, balbuceante.

Sin poder nombrar

lo que tanto me dolía.

 

Me vi intentando sostenerte la mirada

para decirte: “Aquí está la herida”.

Pero los párpados pesaban.

 

II

 ¿Qué es lo que ves cuando me tienes de frente

tratando de no morir asfixiada?

Soy un pez sin raíz.

Soy un pez al que desterraron del agua.

 

¿Te has respondido

quién es esa persona que te mira

asaltada por el miedo

en el sótano del mundo?

 

Soy yo

a la que el cuerpo se le volvió grieta,

la que nació con el error de fábrica. 

 

III

No. No estamos juntos en esto, amor.

Esta habitación es de un solo huésped.

 

 

Avoid Exposure

Laser Radiation Emitted

vernos por dentro,

volvernos transparentes para nosotros mismos.

Susan Sontag

 

La enfermera pregunta si estoy embarazada

le digo que no. Mi voz apenas traspasa el silencio

como la ópera que flota en la habitación austera.

 

Que en mi vientre crezca algo o no

no la conmueve

sus sentimientos son neutros

como el color de su bata. 

 

Me desvisto

como cada vez que vengo a verme

por dentro

transparente para mí misma

y para quienes me observan.

 

La enfermera me pide que me acueste

que abra las piernas

como si aquello fuera un parto. Pero

no hay hijo.

 

Lo único que hay

es una máquina que se asoma

sobre mí

con curiosidad mecánica.

 

Neutra, como la pared del cuarto,

lee capa tras capa

el lenguaje de los huesos

la fragilidad de su existencia. 

 

Huesos de luz mortecina.

Fisura que crece en el silencio.

 

La enfermera dice que ya puedo vestirme.

La orden viene de un cuerpo opaco

cuyos ojos han perdido el asombro

que produce ver al otro

por dentro.   

 

 

En el reino de las enfermas

 

Recostada, sobre el camastro,  

el médico palpa el cuerpo de la enferma. 

 

La mujer que está ahí  

es como la que acaba de salir del consultorio 

y como la que salió antes que ella.

 

En el reino de las enfermas, ¿qué te diferencia?  

 

Abra la boca. Abre la boca

y un delgado hilo de saliva

es un gesto que la regresa a la infancia.

 

Respire profundo. Respira.

 

El cuerpo colabora

las piernas se relajan  

la pupila se dilata 

por el placer 

cuando los dedos que auscultan  

presionan el vientre. 

 

Él sabe  

ella sabe 

todos sabemos   

que el orden en sus adentros 

se alteró antes que naciera.  

 

Torcida, truncada, 

en el vientre de su madre. 

Manchada, defectuosa,  

por algo que se origina en sí misma. 

 

El médico ordena, la paciente acata 

tambalea antes de bajar del camastro 

el hombre la sostiene. La mano en la cintura  

se queda más allá de la prudencia.  

 

En el reino de las enfermas nada te diferencia.