El arte visionario y ecléctico de Pablo Ricardo Bermúdez Ortiz
Una aproximación a su proceso creativo a cargo de Víctor Ben Uri
Lo conocí a finales de 1998 en el curso propedéutico de la Universidad Politécnica (UPOLI). Nos preparábamos para entrar a la carrera de diseño gráfico. Dos cosas nos unieron: el gusto por el rock y el arte. Desde el principio lo vi destacar, poseía facilidad para el dibujo, crear una obra abstracta a partir de unas cuantas líneas interpuestas, equidistantes e inconexas entre sí. Su viaje inició en ese preciso año.
Vive en Jinotepe, su casa es su galería y taller. El carácter del artista es aquello que refleja frente a uno mismo. Algunas veces se presenta huraño, temperamental, raro; otras, educado, social, risueño, una interesante plasticidad emocional. Correcto en las obligaciones adquiridas y respeto profundo por las costumbres heredadas de su abuela materna.
La experimentación es parte de su proceso creativo, no solo experimentar con materiales diversos, también alterar el estado de conciencia, quitar el velo de lo inasible, ver la conexión de todo con “Un Todo”. Durante un tiempo vivió y trabajó en los Estados de Texas y Miami, lo que le permitió reunir suficiente capital para poder embarcarse en un viaje, dejarse llevar por los arrebatos de su instinto. Viajó al sur del continente para conocer las ciudades de Lima, Puno, Arequipa, volar sobre las pampas de Jumana, en el desierto, para apreciar las líneas de Nazca. Conocer la capital histórica de los Incas, Cusco. Así como trasladarse a Iquitos, la metrópolis más grande de la selva del Perú para seguir los pasos de artistas visionarios, utilizar todos los medios posibles para acceder a diferentes estados del ser, inspirar el desarrollo de la visión interior, usar el ojo interno intuitivo. Adentrarse en los mismos reinos metafísicos que la poesía de William Blake.
Sobre su creatividad en abstractos dice que en ocasiones suele ser un mero puente, un medio, ya que en esas horas de trabajo no pinta con secuencia racional, más bien, bajo el control de un impulso extraño y autónomo. Luego, observa lo que ha hecho, todo es nuevo. Partes donde no imagina descubre: rostros, figuras, difíciles cuerpos, entes extraños, insectos, flora o fauna, universos.
El arte visionario considera que las imágenes producidas son en realidad mensajes, pautas o profecías dadas a los artistas por una fuerza divina o por un estado alterado del ser. Eso sí, en una conversación sobre el tema, recuerdo haberle escuchado que no es necesario estar bajo los efectos de un enteógeno para conseguirlo, de alguna u otra manera las imágenes aparecen frente a sus ojos. No obstante, le recuerdo, en diversas pinturas abstractas e imágenes oníricas del movimiento surrealista se expuso la vida sin reglas, donde se permiten varias yuxtaposiciones extrañas, así como los misterios de la psique humana.
En su retorno a Estados Unidos le sugirieron conocer el pintoresco municipio de Freehold en el condado de Monmouth del estado de Nueva Jersey, a hora y media de la ciudad de Nueva York. Alquiló un apartamento mediano que usó de taller y dormitorio. Consiguió trabajo como bodeguero en un almacén, practicó caricatura, dibujó a casi todo el personal y montó una exposición improvisada en el patio trasero del edificio con la ayuda de algunos compañeros. Fue una experiencia que le trae recuerdos graciosos y la mejor exposición que ha hecho en su vida. Tiene otras habilidades, como el trabajar en el staff de cocina de un restorán local.
La corta distancia con la ciudad de Nueva York le facilitó visitar el MOMA, The Metropolitan Museum of Art, The Frick Collection, The Guggenheim Museum y diversas galerías. Su objetivo era ver pinturas de diversos creadores con múltiples trazos, temática, técnicas, épocas, la visión de cada uno con respecto a algo –una idea– uso de símbolos, alusiones sutiles que se dan en ciertas obras, o las pinceladas donde se percibe una marcada emoción –cualquiera sea la naturaleza de esta–
En Nueva Jersey conoció al artista newyorkino Isaac Abrams, lo llamó por teléfono para solicitar una visita y conocer su taller. El número del artista se encuentra en la red. A principios de la década del 60, Isaac Abrams era parte del entorno artístico de Nueva York que incluía a Jerry Jofen, propietario de K. Gallery, Herbert Hucke, William S. Bourroughs, Jack Keroac y Allen Ginsberg. En 1965, mientras experimentaba con LSD, Isaac Abrams se dio cuenta que nacería un nuevo arte que reflejará la intensidad, la inmediatez y la dimensionalidad de las experiencias alucinógenas.
El taller es una pieza aparte dentro de la propiedad del artista. Se mantenían en movimiento, ir y venir, caminatas, mandados, mientras conversaban de una especie de relación entre la pintura y la filosofía, la relación con el “todo”, recordó entonces la frase de un profesor de diseño gráfico “al diseñador le sirve aprender de todo”. Quizas hoy día el diseñador y pintor realizan trabajos diferentes, hay cosas del diseñador que le sirven al pintor y viceversa”. Lo que más aprendió de su charla con Abrams fue el consejo que le dio sobre las abstracciones “Don´t think too much when you painting”.
En 2018, tras una pérdida importante, decidió quedarse en Nicaragua. El Pablo hombre dista mucho del artista, es administrador de su casa y de los suyos. Su jornada empieza desde muy temprano entre idas y vueltas a la Quinta familiar y entregas a clientes de sus productos que cosecha en la propiedad. Pagos de facturas e impuestos, mantenimiento y limpieza de su casa, un hombre ordinario que entra y sale del mundo convencional para abstraerse en un mundo iluminado por colores e infinitas posibilidades.
A mediados del 2014 expuso colectivamente en la desaparecida Fidias Art Gallery, lugar en el que, durante un tiempo dio clases de dibujo y más tarde participó en otra exposición en el Freehold Art Gallery. Por motivos pandémicos no pudo llevar a cabo una exposición personal en el Centro Cultural Nicaragüense Norteamericano en los primeros meses del 2020. En su inventario creativo figuran dibujos al carbón, carboncillo, pasteles secos y grasos, acuarelas, mixtos, acrílicos, óleos, rapidógrafos, composiciones con bolígrafos, lápices de grafito y marcadores. Podría decirse que su arte ecléctico abarca casi todas las variables posibles.