Emila Persola: en busca de la identidad perdida

Sobre Hiperhumano (2014), tercer volumen publicado por su autor.

Fotografía de Ernesto Castro Mora, artista invitado en este número (ver galería).

Responde Emila Persola a quienes lo acusaban de apropiarse de la identidad de la que entonces era su pareja, llamada Emilia, que su pseudónimo tiene como origen la resignificación del nombre de uno de sus escritores preferidos, Milan Kundera, más la transformación fonético-morfológica del sintagma Perseo del sol, que usó como primera dirección de correo electrónico (Persola, 2010). De esa manera fue creado el heterónimo literario de Martin Mulligan Guillén, quien para la fecha era ya un autor conocido en el medio literario nicaragüense, tanto por su actividad como teatrista y performer, como por su presencia en la blogósfera.

El ejercicio reporteril en un diario nicaragüense le sirvió de insumo para su primer libro, Poemas Rojos y Amarillos, que el Instituto Nicaragüense de Cultura había editado en 2008. La hibridez textual, manifiesta en el montaje de las piezas que componen el volumen, dislocaciones contextuales de notas periodísticas, a la vez que un forcejeo con las convenciones del género lírico son ya insinuaciones del programa estético-ideológico de este escritor nacido en Managua en 1979.

Es, sin embargo, con la publicación de su tercer título, Hiperhumano (Leteo / Veinti3, 2014), que se perfila con claridad su propuesta literaria. Si ya antes, en Blog to Rosario (Centro Nicaragüense de Escritores, 2011), había continuado recurriendo a la hibridación textual —las notas periodísticas se hacen presentes, pero sobre todo las entradas de blog y los poemas— y el desborde de los géneros literarios, en Hiperhumano su gesto artístico primigenio, la resignificación mencionada como origen de su alias, viene a nuclear estéticamente los procedimientos anteriores, que siguen estando presentes, y a dar consistencia y plena factura artística a una obra literaria que no trata nunca de evadir el riesgo.

Estructurado a manera de blog, con 118 piezas distribuidas en 183 páginas y tituladas cada cual solamente con uno de los catorce ciclos temporales aludidos en el libro (a manera de meses) más una cifra que oscila entre 1 y 31 (es decir, la fecha en que la ficción sugiere que fue publicada), en orden cronológico, el autor coloca al frente del volumen un prólogo que él mismo escribe, «El caso del asadorabanico», donde contextualiza histórica, geográfica y conceptualmente su tesis. La obra propiamente dicha abre con sendas citas de tres autores asociados más con la reflexión sociológica, económica y cultural (sobre todo en relación con los fenómenos de globalización y revolución tecnológica contemporánea) que con el arte o la literatura: los españoles Vicente Verdú y Manuel Castells y el estadounidense Nicholas Carr, ya en sí una postura estético-ideológica. Cada texto, además del referido encabezado, lleva al pie cinco elementos que refuerzan la sensación de estar leyendo un sitio electrónico: cantidad de comentarios («comments»), cantidad de votos positivos y negativos («Like», «Dislike»), categorización temática («Labels») y la opción de compartir en dos plataformas de socialización virtual ficticias («Share this»).

Es gracias a esa estructura que las inconsistencias textuales, al incluir en un solo cuerpo modalidades enunciativas tan diversas como narraciones, argumentaciones ensayísticas o evocaciones líricas y epigramáticas, son superadas, algo que no consigue en Blog to Rosario. Ambos libros, en todo caso, participan de un mismo ambiente ficcional y de recursos expresivos ligados en su mayoría a los convencionalismos surgidos a partir de la revolución de las telecomunicaciones y, más específicamente, del ecosistema de la Web 2.0. En efecto, aunque en Hiperhumano se eche mano al enmascaramiento de los referentes (el país natal del narrador se llama Filagurú; su capital, Benefia; su presidente, Buitrago; etc.), hay evidentes conexiones entre este libro y su predecesor, en el que no se enmascara nada, más allá del estilo y el universo donde ocurre lo narrado, a tal grado que ambos podrían leerse como una novela posmoderna.

La unidad temática y la consistencia de la voz a lo largo de Hiperhumano refuerzan la posibilidad de tomar el género novelístico como un contenedor para este libro. Predomina, no obstante, la liquidez (dicho en términos baumanianos) del género literario, que se corresponde plenamente con los temas que problematiza. La fragmentación de las identidades individuales y colectivas, y la necesidad de su reconstrucción, son dos de estas preocupaciones.

El argumento es más o menos sencillo: un joven reflexiona sobre la realidad social, política y cultural de su país y el mundo mientras se enfrenta a la necesidad de crear o mantener vínculos emocionales con familia y amigos y (re)construir su identidad personal. Durante un período que comprende desde el 4 de elenia (el primero de los catorce ciclos con que se remplaza en la ficción los meses de nuestra realidad) hasta el 31 de xatora, el narrador-yo-lírico-protagonista, de nombre Emila, comparte episodios de su vida, pensamientos, noticias que le interesan, estampas de la cotidianidad de su entorno, reflexiones y hasta poemas y metaficciones, mientras enfrenta la emigración y concluye el duelo por su padre.

De más está decir que el entramado de la historia es todo menos lineal, de suerte que en ocasiones se pierde la noción de continuidad y se evoca de manera acertada en el destinatario la sensación que experimentan hoy en día las personas que leen, por ejemplo, sus líneas de tiempo en redes sociales o ven noticias en la televisión, saltos emocionales violentos: en un instante una atrocidad las enardece; al siguiente, un meme les arranca una carcajada; y, antes de poder reacomodarse la quijada, dos mascotas las conmueven hasta casi el llanto. Neurosis: signo de la modernidad. Hiperneurosis: signo de nuestro tiempo. El uso del lenguaje también contribuye a recrear la contemporaneidad y el entorno urbano que reclama; un ejemplo: «Deberíamos obligar / a nuestros diputados y / funcionarios, / a ir a sus trabajos en bus, / en taxi o a pincel, / al menos una vez a la quincena / #PoloTierra #YoHagoPatria» (p. 125).

Se inserta lo local en el contexto global a través de la recreación del entorno web con el símbolo de almohadilla que se usa en las plataformas de redes sociales (lo que se conoce como hashtag), así como el recurso a la locución adverbial «a pincel», que no registran el Diccionario de la Lengua Española (consulta en línea) ni el del Español Nicaragüense de Arellano Oviedo (2009): una expresión coloquial usada comúnmente en algunas zonas urbanas centroamericanas como sinónimo de «a pie». 

También trata de imitar el escritor el habla a nivel fónico: «Ella pregunta: “¿Carne desmenuzada, pollo’n salsajalapeña, tilapia empanizada, brochetepollo, bistec encebollado o carne asada?” [...]. Entonces aparece la segunda pregunta pecadora: “¿Puréd’papa, guiso o queso?”» (p. 143). Naturalmente, el paradigma verbal para la conjugación en segunda persona singular preferido es el del voseo: «Daniela, quiero que vengás hoy a casa y te quedés» (p. 178); «“Hey, vos; leé en voz alta / que yo también ando cabanga”» (p. 96); «... cuando llegás a comer no hay falla; pero guaro sólo te venden si te conocen». Los giros de lengua propios de Centroamérica, y especialmente Nicaragua, son abundantes (en cursiva se han destacado algunos acá), pero igualmente se recurre a veces a léxico más global: «... y los vecinos que ya escuchan este emanar de lava, de risa, de fuck me, fuck me harder. La cama se desprende de la pared como insolente isla: chilla, chillamos, and you finger me» (p. 186), creando tensión entre periferia y centro.

Sin detrimento de la autonomía de Hiperhumano y el título que lo precede, la comunicación entre ambos es constante. Además de lo ya anotado, Blog to Rosario sirve como antecedente al otro libro en la relación que se establece entre texto y contexto, y entre narrador y autor. En Blog... las alusiones a la realidad objetiva en que la narración fue creada son directas y llegan a formar parte, en gran medida, de la diégesis propiamente dicha:

Hasta el día que cayeron las Torres Gemelas, yo no sabía qué eran las Torres Gemelas. [...] // [T]rabajaba yo en Oslo como ayudante de cocina [...] junto a otros emigrantes de diversos orígenes [...] // Aún recuerdo ese día inicial en el que Agassi y Malik enroscados de brazos, bailaban y gritaban ¡Santos mártires! ¡Santos mártires! Mientras un hombre histérico con una Louis Vuitton azul, manga larga, se lanzaba al vacío desde el piso 87. (2011, pp. 121-123)

En esta Calle Inmaculada, precisamente en esta esquina donde ahora yace esta plaza [...] en otro tiempo, en otra noche, liderando el comando, mi tía esperó la salida del Mercedez [sic] negro del empresario Alfredo Pellas para realizar el primer secuestro que se adjudicaría el Frente Sandinista de Liberación Nacional. [...] // Se le vino la náusea al presentir que traicionaba una conciencia y por primera vez sintió asco de su rol de guerrillera. «Tranquilo, don Alfredo, nos hemos equivocado», le susurro [sic] entonces ella al empresario [...] (2011, p. 110)

El primer fragmento, extraído de «Bin Laden vive en mi casa», que abre la última de las tres secciones del libro, es un ejemplo del grado de filtración de la realidad objetiva hacia el interior de la ficción, de tal magnitud, que el texto por sí solo no puede ser comprendido a cabalidad, sino que necesita del intertexto histórico. Claves de lectura que están fuera de la ficción son necesarias para abrir el texto. Las Torres Gemelas, sede del World Trade Center en Nueva York, como pilar de la civilización occidental (Ferguson, 2012); los colonialismos y sus mutaciones durante el siglo XX; las consiguientes mutaciones en las formas de resistencia por parte de civilizaciones históricamente sojuzgadas; y así. El tema, la tesis y hasta la diégesis del relato están atados a la realidad objetiva.

El siguiente, tomado de la segunda sección y titulado «El secuestro», parecería operar de la misma forma que el anterior. La relación aquí es, sin embargo, más compleja: hay una contradicción entre los hechos del relato y los que consigna la historia de Nicaragua. Se alude a una acción fallida de la entonces guerrilla del FSLN organizada en 1970. El objetivo era, a como dice el relato, secuestrar al empresario Alfredo Pellas Chamorro; sin embargo, el hecho ocurrió en Managua, no en Granada, como sugiere la mención de la «Calle Inmaculada». Pero la subversión histórica más importante es la mención de la tía del autor del texto, Mary Jane Mulligan, como la líder del comando.

Aunque en la diégesis no se dé nombre a la mujer que, en la hora decisiva, sintió «náusea» y que «traicionaba una conciencia», y a quien el narrador llama «mi tía», el paratexto ofrece, en forma de dedicatoria, la información: «A Mary Jane Mulligan, in memoriam». Aparece así la tensión narrador-autor que recorre todo el Blog... y que será luego toral en Hiperhumano. El juego de ocultación —para usar una palabra de su discurso— que se ejecuta desde la propia autoría cede terreno a la autoficción. Porque, aunque se sabe que entre los seis guerrilleros que intentaron secuestrar a Pellas había una mujer conocida como «la tía», esta era Olga María Avilés López (Cerda, 2011), no Mary Jane Mulligan, una de las tres hermanas del papá del autor, Larry Mulligan Benard (Vivas Benard, 1967).

La biografía del autor funciona como un elemento estructural de su escritura. Mary Jane Mulligan fue colaboradora del Frente Sandinista de Liberación Nacional en su etapa insurreccional. Fue reclutada en la década de 1970 por Marta Lucía Cuadra (Chow & Cuadra, s.f.), como una «de las primeras mujeres de la clase burguesa en incorporarse» (Baltodano, s.f.); por vía materna tenía parentesco muy intrincado y estrecho con el empresario del relato: el abuelo materno de ella, Luis Benard Vivas, era hermano de la abuela materna de él, Berta Benard Vivas; y el papá de este, Carlos Pellas Vivas, era nieto por vía materna de Rosario Vivas Lugo, quien era abuelo materno del ya mencionado Luis B. V., ya que este era hijo de Emilio Benard Doudé y Agustina Vivas Gutiérrez, hija del primer matrimonio de Rosario V. L. (Vivas Benard, 1967). Estrecho e intrincado parentesco que bien explicaría por qué la guerrillera de la ficción «[n]o pudo más» y consideró todo «tan absurdo y tan vil como su propia ocultación»; pero sobre todo sería la razón de que en la digresión del relato se hable de traición. Traición familiar y, quizá, traición de clase.

La infiltración autobiográfica se manifiesta también en «Bin Laden...», y sirve además como puente hacia Hiperhumano. En el sexto párrafo, tras relatar cómo vio celebrando el derrumbe de los edificios neoyorquinos a sus compañeros —al parecer árabes—, el narrador introduce un actante que luego aparecerá en el siguiente libro: Clara, quien lo espera al llegar a casa con la cena ya servida. La presenta como noruega y, además de cuando en el noveno párrafo dice haber regresado a Nicaragua tras divorciarse, no otorga más información sobre ella. Volverá a aparecer en «Apolope 13» (Hiperhumano, p. 124): la relación había durado tres años y luego de la separación y el regreso del narrador-protagonista a su país natal:

Mantuvimos escueta comunicación por los siguientes tres meses hasta que llegó su correo para solicitarme una firma de divorcio. «...los documentos ya van en camino. La Embajada te llamará en unos días para que llegues a firmarlos. He conocido a Pëter y estoy embarazada». [...] Quedé tan dundo que nunca supe si era realmente una venganza, un alivio o un «le pasa a cualquiera»

Otro actante que enlaza ambos libros es la peruana. En Blog... está incluida entre la galería de «Fantasmas» que se pasean por el texto así titulado. «Granada dejó de ser la sede del conservatismo», decreta el narrador, y luego asume la postura de un antropólogo urbano para describir sumariamente a los «muchos indigentes, abandonados, que deambulan cortésmente», algo que le «da pavor», pero a la vez le «fascina». Es en el último párrafo que aparece:

La peruana pertenece a los especímenes que engañan. Siempre se está yendo a Perú. Perdió su pasaporte, duerme en las calles y siempre tiene hambre. Nunca se supo cómo llegó acá, pero es una excelente impostora y sabrá algo de sicología y actuación porque domina las dicciones incas, sabe de historia y sus respuestas llevan precisión. (2011, p. 112)

A Hiperhumano se traslada con una función más concreta. Lo que en Blog... era observación, privilegio de los que pueden ver, analizar y categorizar la realidad, ahora es vehículo para intensificar uno de los motivos más recurrentes: la migración y sus estragos. La migración femenina, fundamentalmente. En «Concilia 18» (2014, p. 50), la peruana ocupa una hoja completa. El texto es más que una estampa. El primer párrafo, de un solo enunciado, la introduce como un ser ambiguo, inestable: «La peruana decía que era peruana un día, y al otro, no decía nada». Luego, en el siguiente, el narrador se limita a mostrar, sin imponer significados al destinatario, aunque aludiendo explícitamente a él, como una forma de involucrarlo emocionalmente: «La peruana al verte desde largo, lloraba. Se iba poniendo entristecida, arrugada y se desboronaba de a poco hasta engendrar piedad en tus ojos».

Este distanciamiento objetivo respecto de los hechos narrados constituye un elemento discursivo ausente en Blog... Con frecuencia en el libro de 2011 se tenía la sensación de que el narrador jugaba a descender a las capas sociales inferiores con actitud paternalista y casi turista. Ante la realidad que narra, en Hiperhumano la voz es, en cambio, más objetiva, en apariencia menos arrogante; su crítica social es más certera, sistemática.

Su estrategia discursiva transita casi por completo sobre la vía erudita. Ya no hay necesidad de digresiones evaluativas, el narrador elige ahora usar bata y microscopio o, según el caso, formol y bisturí, cámara y libreta de campo. «Pensé que el caso ameritaba una respuesta, pero a la vez una divulgación del fenómeno por su popularizada práctica y ascenso...» (p. 94); «Acá tres hipótesis que nos permitieron acercarnos a las posibles causas que abonaron ese jardín de rebeliones en una zona culturalmente homogénea pero soberanamente independientes» (p. 135). La Razón por la razón.

En general, Persola se dedica a diseccionar su realidad social pretendidamente interna, que naturalmente se referencia con la realidad objetiva. Ataca especialmente las estructuras institucionales de poder que rigen las relaciones humanas fundamentales. Las tensiones entre el poder, representado aquí mayormente por la figura de Buitrago, y el individuo vertebran lo que hasta el momento es su obra en proceso. Algo que este texto epigramático refleja en su esencia:

Buitrago tuvo ocho

hermanos, y se los comió a

todos. Buitrago tendrá más

hijos y uno de ellos le dará

una indigestión como a

Saturno.

#DirecciónNacional

(p. 150)

 

 

 

Referencias

Baltodano, M. (s.f.). La participación de las mujeres: Recuento histórico. Obtenido de Memorias de la lucha sandinista: memoriasdelaluchasandinista.org
Cerda, A. (24 de julio de 2011). Las andanzas de «la tía». Magazine. Obtenido de laprensa.com.ni/2011/07/24/suplemento/magazine/1142483-5587
Chow, M., & Cuadra, M. L. (s.f.). Hacer las tareas, por pequeñas que sean, como si fueran grandes. Obtenido de Memorias de la lucha sandinista: memoriasdelaluchasandinista.org
Ferguson, N. (2012). Civilization. The Six Killer Apps of Western Power. London: Penguin Books.
Persola, E. (2008). Poemas Rojos y Amarillos. Managua: Instituto Nicaragüense de Cultura.
Persola, E. (25 de junio de 2010). Yo no soy Emilia Persola. El Nuevo Diario.
Persola, E. (2011). Blog to Rosario. Managua: Centro Nicaragüense de Escritores.
Persola, E. (2014). Hiperhumano. Managua: Leteo.
Vivas Benard, P. P. (Julio de 1967). Genealogía de la familia Benard. Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano(82), 36-44.