Lo mórbido es la única belleza que tiene sentido
«nací de una herida / la atravesé para salir / a la intemperie». Cuatro poemas desde Puerto Rico.
A 7 horas del final
en el exterior:
la sinestesia de la cosecha
un cohete en colisión atravesando
un campo de ciruelas
en el interior:
la única ventana ahora dislocada
en su crujir nos invisibiliza
con su conjunción astronómica
y apolillada
el eje se tuerce, el umbral se encorva
el mismo vaso mortecino aparece
sobre una mesita de otro mundo
abducido por la luz de una lámpara apátrida
un borrón de lluvia parece acabar con todo
cada segundo es un ser supremo.
En un ocaso cualquiera
en el patio, a contrasol
hay un tendedero de ropa funesto
en él cuelgan tres trajes, dos de ellos
fermentados de mar y epilépticos
el otro, deforme por la radiación que lo traspasa
es una historia incompleta en el gentil oscilar
de su tela
son fantasmas que palpitan
y riegan el espesor de la materia
sin temor a su deformidad
como el traje de la derecha más cercano al alba
con su secuencia negra entre la cadencia
de todo lo que se perdió
la unión de todas esas arrugas
y declives
hacen la simetría perfecta
ya no hay pasado ni tejido que nos habite
lo mórbido es la única belleza que tiene sentido
como ese cuarto traje que ignoramos
desolado y digital
que el viento dejó bajo la sombra del guayabo
lleno de un fulgor extraño, bebiendo del suelo
los temblores
Residuos
1.
soy borde / borde contra esquina
al ras de la grieta próxima
arista deforme por la sombra
espacio-nada / o / preparto
astillado como una escena
mi cuerpo el sopor de un recuerdo
2.
pero no decirlo en voz alta
que me escuchan los vecinos
y dirán que sigo aquí:
borde contra borde
vórtice de todo / al socaire
de la permanencia
entrando en fisuras transitorias
llegando a ninguna parte
naciendo / incansablemente
3.
ese día no nací / fue el otro
del otro año / quiero
decir / ese / pero al revés
hacia declive
o / bajo un eclipse enfermo
sobre una arena desplazada
mejor dicho / día de verano
4.
pero no / ese día no nací
fue alrededor de los vecinos
sobre una mesa de ping pong
debajo del sol de julio
allí estaba / memorizando
el vacilar de los reflejos sobre
las miradas inanimadas
y sentí el persistir del instante
la insistencia de la vida
5.
nací de una herida
la atravesé para salir
a la intemperie
6.
mi pierna izquierda fuera
mi pie rozando la superficie
una muchedumbre reunida
eufórica. mi cuerpo mudo
una luz asquerosa se mete
en todo lado / y desfigura
aún el mundo no es nada
8.
estoy presenciando el final de todo
¿eso me hace cómplice?
Signo de julio
la sed de julio fue un alivio
la bifurcación en el tiempo
donde la danza nunca ocurrió
la retrospectiva, la delicada arruga
como una orilla de un labio muerto
o de una ruina que crea una memoria
donde se forma otra raza de elementos
fingiendo una condición humana
en medio del efluvio de la ceniza
perdíamos la gracia y el verano.