Todavía sueño con bosques de caminos
Una selección de poemas de Lourdes Ferrufino (El Salvador, 1992), algunos son parte del poemario "Sahumerio" (2021)
La casa y la noche
A esta hora somos cuarzo y sangre.
Permanecemos inmóviles junto al reloj de salón
hasta que el paisaje nocturno se adentra lentamente
en esta casa de santuarios y ritos anacrónicos.
La noche nos hace imitar el acento de otra estirpe
enmendar nuestras faltas con la piedad
de una nodriza metódica que acoge
a sus pequeños parias de labios quemantes.
Nos hace apreciar la simpleza de lo exterior:
la oscuridad altera toda visión permitida.
Nuestra casa y la noche
habitadas por perfumes incendiarios
mi vientre mineral y tu temor al silencio.
Arrullados por la incredulidad
caemos en el sopor afanado del alba.
Breve pesar por el bien omitido
Volvés a casa con los ojos irrumpidos por el asombro.
Las piernas fuertes y los hombros derrotados.
La noche expira
no consigue sucumbir tu necesidad
de comprender por qué no te gustan los amplios silencios
o la sospecha que te produce la risa de un desconocido.
Poco útil te resulta este acto de contrición
si no logras ahogar el murmullo
de la nostalgia golpeándote los párpados.
La noche expresa
ritos afincados en la plenitud del invierno.
Las esquinas parecen retener una noticia nefasta
que impregna la atmósfera y las bocas húmedas.
La multitud te confunde con una sombra errante
sin saber de tu predilección por la inmutabilidad.
Otro tiempo fuiste semejante a mil bisontes
ahora, advertís la llegada de una imprevista sequía de fe.
La ambigüedad del sediento
La verdad es que el sediento existe
más allá de lo improbable
nunca sabremos
si resistir al espejismo
es signo de cordura
si la ambigüedad del sediento
es signo de fracaso
si el sediento maldice su lengua
porque en todos sus sueños
la muerte le parece líquida.
Comercio y magia
Transita una horda de muchachas
con paso firme frente a la catedral
Tomadas de las manos
Fatídicas
Impolutas
Expectantes
Andróginas.
La más joven
lleva una flor iridiscente sobre su pezón.
En la acera un muchacho
con camiseta de letras impronunciables
dos o tres demonios azules
contempla por azar
la belleza de un pezón desafiante.
El humus de un automóvil
nos despierta de ese leve sueño
interrumpido
por un pezón enarbolado
cual si fuese una abeja de luz.
Bitácora divina
Diciembre es una muchacha de cabellos
Lánguidos.
Viaja sin sospechar nuestro concilio nocturno
de criaturas emancipándose del invierno.
Caminamos bajos sus horas de tibia plenitud.
La cabeza hierve de interrogantes,
los labios imploran una noche distinta,
imposible disminuir este golpe de realidad.
La luz señala un trayecto menos agobiante.
Los párpados se abandonan al silencio,
brotan espejismos y hendiduras.
Diciembre, hermosa babilonia a punto de
extinguirse.
Mientras ocurre, Dios escribe en su diario
‹‹Bienaventurada la ciudad
que construye jaulas diminutas
para animales aéreos››.
Lección onírica
Todavía sueño con bosques de caminos
enrevesados
que me llevan siempre al mismo sitio
una pradera a cielo abierto
donde una serpiente gigante espera mi llegada
me observa y pretende morder mi vientre.
Consulto un manual de interpretación de sueños
ninguna respuesta me tranquiliza
así que anoto esta glosa en el capítulo sobre
animales:
aquella piel remota no te cubre más
hoy te reviste
un amor terriblemente insospechado.
La ceremonia de besarnos las manos
Se aproxima la ceremonia más solemne de todas
la batalla de la noche contra la muerte
así he de besarte uña a uña dedo a dedo
hasta acumular más cicatrices en la piel extraña.
En la solemnidad del rito de besarnos las manos
envejecidas por la historia de todos
elevarlas como banderas absurdas
y sellar nuestro pacto con fuego y lágrimas
Sahumerio
Sea mi lengua
umbral de lirios nocturnos
y constelaciones enanas.
Sea mi lengua
portadora de verdades ineludibles.
Prodíganos, madre,
con quietud para soportar la ignominia
precisión para enhebrar hábilmente las palabras
plenitud, por si la noche nos recibe,
presos de nosotros mismos.
Guíanos siempre a la región de bronce
y no decaiga tu pulso
ahora que el humo perfumado de este sahumerio
inunda nuestra cámara nupcial.