Un estallido de silencio
"Todo soldado, sabe que su vida en un combate es un indescifrable juego del azar." Madeline Mendieta nos comparte su interpretación del más reciente poemario de Alain Pallais, "Algunos regresamos vivos" (Valparaiso, 2024).
Se le adhirió el silencio sin que la voz dejara cicatriz.
Wislawa Szymborska
La polvareda se levanta mientras los vehículos sigilosos se desplazan, hay un ruido seco que se cuela por las vértebras y tensa el enramado del flujo sanguíneo, burbujea adrenalina el corazón ladra en el tímpano anunciando las campanadas de la muerte.
Todo soldado, sabe que su vida en un combate es un indescifrable juego del azar. La primera guerra de la cual se tiene registro histórico fue 2700 AC en Mesopotamia. En Génesis se menciona la Batalla de Sidim, también conocida como la Guerra de los Nueve Reyes y tuvo lugar durante los tiempos de Abram y Lot. La guerra es tan antigua como el hombre mismo.
“Algunos regresamos vivos”, (Valparaíso Ediciones, 2024) es el primigenio libro de Alain Pallais, escritor nicaragüense que se ha destacado por traducir a varios autores en revistas literarias como Círculo de Poesía, Alastor y Carátula entre otras. El título del libro nos sugiere de entrada las notas al margen de un combatiente inmerso en un conflicto bélico. Pallais, quien contradictoriamente, por edad, no alcanzó a enrolarse en la guerra de los años 80´en Nicaragua, se enlista en el ejército de los Estados Unidos y participa en lo que se denominó la “Guerra del Golfo” en el año 2003 y se extendió hasta el 2011. Alain Pallais es considerado un veterano y del título de su libro resume muchos años de un silencio autoimpuesto para luego soltar las amarras y lanzar este libro que es un viaje a los pensamientos de un joven de Rivas que apenas había cursado algunos años de la carrera de Arquitectura y posteriormente se ve inmerso entre dunas, proyectiles y una cultura diametralmente opuesta a Centroamérica.
La guerra siempre tiene un escenario dantesco, sea cual sea su dimensión, geografía o poder. Los que se involucran directa o indirectamente terminan siendo parte de este espectáculo donde los jinetes apocalípticos cargan con júbilo sus estandartes: hambre, peste, muerte y guerra. Alain, el poeta describe:
Los Apaches se acercan
con el tamborileo acelerado de sus hélices
después de algunas acrobacias
se alinean recorren cada flanco
del c o n v o y a l o n g a d o
vórtices rebufos
que despiertan efímeros monstruos en la arena.
Homero, el gran poeta griego en su poema épico la Ilíada, en su canto III anuncia:
…Los teucros avanzaban chillando y gritando como aves—así profieren sus voces las grullas en el cielo, cuando, para huir del frío y de las lluvias torrenciales, vuelan gruyendo sobre la corriente del Océano y llevan la ruina y la muerte a los pigmeos, moviéndoles desde el aire cruda guerra—y los aqueos marchaban silenciosos, respirando valor y dispuestos a ayudarse mutuamente.”
“Los Apaches” son helicópteros de combate con rotores en la cola y en la cima, el fuerte ruido que emiten es descrito por el poeta como “un tamborileo acelerado”, “vórtices, rebufos”.
Homero dice que los “teucros avanzaban chillando y gritando como aves”, los teucros se refieren a los seguidores de Teucro, sobrino del rey Príamo de Troya.
Nótese que, en ambos Pallais y Homero, el recurso de la tensión auditiva antes del inicio del ataque, el ruido como el silencio suelen ser elementos contrastantes y desestabilizadores para fuerzas enemigas.
El elemento sonoro, como técnica literaria es una constante en el libro que además se refleja en los versos escritos en caligramas, las largas pausas entre palabras no solo tienen una intensión visual, sino que emiten los silencios de la voz poética.
José Antonio Sánchez Trigueros* académico español, durante un congreso de semiótica señaló en un ensayo titulado “Retórica del Blanco Tipográfico” que: "Se trata, pues, de afirmar la importancia de un vacío, el blanco tipográfico, que a veces, incluso, asienta su protagonismo, como ocurre, ya en otros terrenos, en el célebre cuadro suprematista de Malevitch o en el silencio escénico.”*
En la poesía de Alain Pallais, el manejo del silencio visual en lo que Sánchez Trigueros denomina “blanco tipográfico” es una constante que además de ser un guiño al caligrama tiene una intencionalidad en el subtexto. Las palabras “vórtices” y “rebufos” con esa larga pausa, se pueden interpretar de diferentes maneras. El soldado desde el estupor del ruido que provocan las hélices de esos helicópteros está sumergido en el mutismo de la espera, la ansiedad y la ebullición de la adrenalina la cual está preparándose para lo que vendrá cuando “despiertan los efímeros monstruos en la arena”.
Alain Pallais, pone en evidencia a lo largo de su poesía al menos dos aspectos a los que haré referencia: el manejo del silencio como recurso estilístico que se refuerza con algunos textos caligramáticos o visuales, la tensión entre la memoria del soldado y la contemplación del artista plástico, el poeta que en medio del caos de la guerra encuentra la belleza en las imágenes que pueden ser perturbadoras.
Recordemos que la guerra del golfo pérsico que inició en 1991 arranca con una era de las nuevas tecnologías, a partir de este suceso pudimos ver en vivo cuando la respiración de los reporteros se agitaba mientras los misiles se abalanzaban dando un espectáculo de luces en el oscuro cielo del desierto.
La imagen de los héroes hollywoodianos, como Rambo, quedaron caricaturizadas al ver que los soldados, independiente de los bandos, son personas reales que mientras dura el conflicto la vida pende del hilo de las moiras.
Varios escritores analizan la crisis de la modernidad o la globalización que son envolventes y nos internan en un torbellino de responsabilidades que nos llevan a que la cultura mainstream nos abstraiga y distraiga de los temas que ameritan de nuestra meditación. Menciono lo del héroe Rambo como el cliché de lo que se ha exportado como el soldado americano, después hay cintas que realmente reflejan el alto grado de ansiedad e incertidumbre que estos hombres viven cuando están en misiones que los marca por el resto de su vida.
Pallais, logra un balance entre la evocación de la memoria, la introspección sobre la experiencia, sin llegar a la grandilocuencia de la falacia del soldado heroico ni las lúgubres hazañas de víctimas y victimarios. Esto no es fácil de lograr, sobre todo en poesía, he aquí que acude a esas largas pausas, meditadas para que el lector se siente frente a la escena que nos describe.
“en su rostro se percibe
hay cierto despojo del gusto por la vida
el impacto de una guerra que zapa en las emociones
que desvela
que madura y pudre la
memoria”
En este poema hay una “pausa” o espacio entre las palabras emociones y memoria, como si ese silencio gráfico enfatiza entre estas palabras. En eventos psíquicos, la memoria está íntimamente ligada a las emociones, un suceso traumático, un registro de mayúscula felicidad se registra en una memoria emotiva. En este sentido, la memoria puede tener resquicios que la emotividad suele afectar, cuando es de forma negativa el silencio o el olvido suelen ser un mecanismo de autodefensa para el afectado. Como nos dice Villada Rendón: “En el silencio la experiencia encuentra la posibilidad de nacer, enunciarse y resistir, tanto la experiencia propia como la ajena en la cual no podemos intervenir porque es singular, a diferencia de un experimento que es homogéneo y generaliza”.*
Tomando nuevamente los versos de Pallais y la cita de Villada Rendón puede aplicarse tanto en el poema, como la experiencia de un escenario bélico, la palabra y el silencio son la posibilidad de enunciarse y resistir, el callarse ante un contexto tan dramático es un acto de resistencia, de sobrevivencia de allí el título “Algunos regresamos vivos”, la convivencia íntima con la muerte lleva al límite al soldado, una de las estrategias entre los soldados es la elaboración de un lenguaje de señas, que permite avanzar, atacar, visualizar al enemigo. Este sistema de comunicación sigue vigente pese a los avanzados aparatos tecnológicos que permiten el rastreo de manera remota, la economía de la palabra también es parte de la sobrevivencia. Alain Pallais, replica las preguntas que se hacen los soldados:
“escuchaste los gritos anoche?
conocías al capitán?
has visto el charco de sangre?
en qué búnker?”
El poeta yuxtapone tres elementos: escucha, gritos y noche. Por defecto, la noche viste un velo extenso de silencio. Es en la penumbra que nuestro sentido auditivo se torna en estereofónico, el crujir de una rama, el cric, cric de los grillos, el silbido del viento se amplía. Es decir, el silencio hace que la palabra retome mayor resonancia.
En los poemas de Alain Pallais, hay muchas capas que cubren el lenguaje poético. La experiencia de ser un soldado en Irak, Kuwait y otras ciudades, nos la va detallando desde la óptica del pintor, Pallais estudió Arquitectura en Managua y luego en California diseño gráfico, en sus momentos libres los dedica a la pintura, la traducción y la fotografía, retornando al ojo que captura una imagen, es crucial la mirada sigilosa y la descripción del momento. En el poema “Historias de guerra” el poeta nos dice:
“Las historias de la guerra
llevan la confusión militar de la jerga”
“Las historias de guerra
se escuchan con las vísceras
llevan el zumbido de un escuadrón de moscas”.
La reiteración del verso “historias de guerra”, nos enuncian la experiencia del soldado a través de la imagen o el silencio poético nos contrapone dos sentidos: el habla y la escucha. En el segundo verso nos indica la “confusión militar de la jerga”, en esta afirmación hay un silencio en subtexto. Una jerga es un lenguaje técnico que únicamente quienes la practican conocen el significado de las palabras, quienes no la entienden quedan en un mutismo casi obligado. La conversación no se da en todas las vías.
En el segundo fragmento, nos dice Pallais que las “historias de guerra se escuchan con las vísceras”, también hay una callada escena porque el protagonista no puede emitir ningún juicio, lo único que le queda es sentir el palpitar interior que pueden indicar rabia, miedo, asco.
Luego cierra la estrofa con “el zumbido de un escuadrón de moscas”, lo que nos indica muerte, cadáveres fragmentados, desolación y ese “escuadrón de moscas” pululando ante la impotencia del soldado o los civiles que, en la jerga del mutismo, sólo comparten la tristeza frente a ese teatro del horror.
Paula Andrea Villada nos indica: “El silencio nos dispone al encuentro con la vida, su lenguaje está lleno de gestos, de recuerdos, de palabras que emergieron en otro momento”*
“Algunos regresamos vivos”, es un poemario que parte de una experiencia donde la muerte es una sentencia diaria, donde no se requiere hablar el idioma del oponente porque lo común entre ellos es el silencio devastador que los confronta. En otro contexto, pudieran cambiar los roles: turista recibido por el local, en un intercambio completamente distinto, los gestos y recuerdos serían de una experiencia grata.
Como un último ejemplo para la reflexión sobre la espesura del silencio en la guerra, Alain Pallais nos dice:
“sentados
empuñamos el eco
de nuestras despedidas
lo inhalamos
pensando en el retorno”
Pallais utiliza en sentido del tacto, el sonido y el olfato para graficar esta imagen del recluta que toma entre sus manos el eco, el rebote del sonido retenido en las manos como una señal que es la única pertenencia que le da un asidero mientras reposa sobre su cuerpo. Octavio Paz dice en un poema sobre el silencio: “desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen” y es lo que hace Alain Pallais, el poeta, el militar, el pintor desemboca de forma callada a estallar un artefacto poético.
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* Doctor en Filología Románica Universidad de Granada. Cátedra en Literatura Comparada y teoría de la Literatura, profesor Emérito de la Universidad de Granada, presidente honorario de la Academia de las Buenas Letras de Granada. España.
* Teatro y escena. La poética del silencio y otros ensayos. Salobreña. Alhulia, col, Mirto Academia. 2008.
* Villada-Rendón, P.A. (2017). Lenguajes poéticos desde el silencio, un encuentro con la experiencia. Revista Aletheia, 9(2), 138-155.
* Villada-Rendón, P.A. (2017). Lenguajes poéticos desde el silencio, un encuentro con la experiencia. Revista Aletheia, 9(2), 138-155.