La poesía solo sabe del dolor
Poemas de Byron Ramírez, una de las voces más recientes de la poesía costarricense
POETA ASESINADO POR UN POLICÍA
I
No
Su última palabra se esconde
bajo un hilo de sangre sobre el pavimento
AHORA PUEDEN LLORAR
Un hombre azul lo ha roto frente al mundo
Un hombre azul ha estallado un golpe de vigilia contra su pecho
PARA QUE APRENDA A NO LADRAR BAJO LAS TORRES
Y DEJE DE JURAR QUE RECUERDA
CADA SUEÑO QUE TUVO DE NIÑO
PARA QUE ESCUCHE DE UNA VEZ POR TODAS
LA VERDADERA VOZ DEL AVE TRISTE
Y DESPIERTE Y DEJE DE GRITAR QUE SABE
Y SIENTA VERDADERAMENTE SIENTA
EL PESO DE LA NOCHE SOBRE SUS HOMBROS DESCUBIERTOS
AHORA PUEDEN VER DENTRO DE ÉL
UNA CIUDAD ABSOLUTAMENTE SOLA NADA MÁS
UN NIDO DE PÁJAROS MUDOS SIN RAZONES PARA EL VUELO
II
En esta esquina Madre
mataron a tu único hijo.
III
Tantas horas encandilado por la conciencia de los días
creyendo ver en los espejos
algo más que carne angostada sobre hueso
terminan así
Un rostro tibio inmóvil
sin nada que roer
hoy sirve como retrato del poeta.
IV
ACÉRQUENSE
PODRÁN VER DENTRO DE ÉL
UNA CIUDAD ABSOLUTAMENTE SOLA
NADA MÁS
Y UNA MORDEDURA DE COYOYE.
V
PUEDO SENTIRLO GRITAR TODAVÍA
PUEDO SENTIRLO GRITAR TODAVÍA
Un hilo de sangre sobre el pavimento
y todo termina así
PUEDO SENTIRLO GRITAR TODAVÍA
Un rostro tibio inmaculado
al que nadie se atreve a cerrarle los ojos.
DESAMPARADOS
Son estas calles prohibidas
las que recorrí dormido alguna vez
de norte a sur
las que aguardaron los secretos de mi infancia
los juguetes rotos
los libros de más y mil retratos
Todo se ha perdido
Aquí donde estamos ahora
(estatuas de cal bajo la lluvia)
alguna vez surgieron otros huesos
otras palabras con mayor sentido
y se izaron campanadas en señal de libertad
Alguien habló de tiempo
MAÑANA EXISTIRÁ OTRO PUEBLO
MAÑANA NOS SENTAREMOS A BEBERNOS EL PASADO
SIN TANTA DESIDIA TALADRANDO NUESTRAS SIENES
Pero yo no hablo de esperanzas
pues la poesía nada sabe
de esa luz que se desvive
por no apagarse en nuestro aliento
y que se aferra con las uñas
a un horizonte nuevo
tan lejano
La poesía solo sabe del dolor
de ese barrio que nunca descansa
pues no puede cerrar sus ojos un segundo
sin presentir la bala saliendo de la boca
como una boa entre los árboles
el cuerpo tendido de un estudiante sobre el asfalto
el policía lavándose la sangre en casa ajena
repitiendo de memoria sus excusas
mientras el ruido de las sirenas
rompe el silencio en azulejos
La poesía solo sabe del dolor
cuando el escalofrío se apropia del oxígeno
y no se puede mirar al cielo
sin sentir el calor amargo de esa daga perforando el esternón
o la amenaza de ser arrebatado del mundo
por el mundo
o el desequilibrio que supone ser humano
a mitad de un destino sin memoria
Y no tenemos manos enormes
para arrancar las fronteras una a una
Y no tenemos mejor forma de gritar que esta
Y no tenemos más armas que el simple acto
de escribir hasta la sangre
lo que nos asfixia
lo que nos ofrecen y nos quitan
lo que nos obliga a desconfiar del vecino
con tanta rabia y necedad
Son estas calles prohibidas
las que ahora regresan a nosotros
en forma de buitres o de sueños
y se abren para nosotros como avenidas
sin que podamos caminarlas
con estos pies empapados de sangre.
EL ÚLTIMO DÍA DEL MUNDO
Soñé que habías muerto
Caminabas a oscuras entre rostros desconocidos
tratando de olvidar
olvidando
Soñé que habías muerto
Un frío de años terminaba de encadenarte la nuca
¿QUÉ HORA ES?
Y yo lloraba porque sentía
te haría falta un abrigo a donde fueres
Y ya no podía levantarte
-no podía o no quería-
tan solo te dejé ahí
bajo seiscientas moscas de arena
acurrucado a pesar de la amenaza del olvido
Y ahí te quedaste
Soñé que habías muerto
Medianoche y nadie podía acercarse a tu ataúd
Nadie podía bendecirte peregrino
en el último día del mundo
o revelarte la palabra necesaria
para luchar contra las hienas
Nadie podía robar de tu mano
las joyas de amatista
o arrojarse a tu pecho como a un lago
Nadie podía
nadie pudo encontrar tu nombre
entre las aves de carroña
Puede ser que te preguntes
adónde sepultaron tu cuerpo aquella noche
o te preguntes por tu último verso terminado
o por el pacto de las ropas que te cubrían las heridas
Soñé que habías muerto
No había más nada
En el último día del mundo
ningún pájaro cantó
Y ahí te quedaste Te quedaste.
CUELGA LA TIERRA
Él extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre la nada.
JOB 26:7
Aquí está Job de nuevo
con los brazos abiertos
esperando la lluvia ácida del mes de agosto
De lloro han tejido tus años
una segunda piel sobre su cuerpo
caparazón de hambre y barro
Aquí está Job -ni mar ni monstruo marino-
tan solo un hombre pequeño y pobre
que se posa sobre tu hombro
y el frío atraviesa sus llagas
y no se inmuta la luz ante su imagen de perro inválido
Has hecho tú una valla alrededor de él
de su casa y de todo lo que tiene
Te lo arrebato para siempre
Lo sostengo con ímpetu de fiera amenazada
Ahora sí Aquí está Job sobre mi palma
tembloroso Nadie puede lastimarlo ahora
ni siquiera el Verbo insolente anudado a tus costillas
ni siquiera la espada o el diluvio que inventarás más tarde
cuando la ciudad duerma su siesta junto al Leviatán
Nada podrá tocarlo
Cerraré la mano si te acercas
y entonces será una isla mi puño
en la cual habitará el hombre pequeño
y amanecerá el día de la nada
porque la palabra día existirá
en la memoria de mi pulso
como existirán manzanos y cavernas
y una gran playa donde Job acampará la madrugada
esperando que yo nombre a su familia
y su familia brote enseguida de mi aliento
nazcan girasoles en las piedras de los ríos
surjan nuevas bestias que invoquen la penumbra
y construyan por la tarde
un camino de agua
que llegue hasta las caravanas de Temán
¿Quién prepara para el cuervo su alimento
cuando sus crías claman a Dios y vagan sin comida?
Aquí, aquí Querrás luego buscarlo
para ungir sus pies con aceite
y decirle hijo has vuelto a mi regazo agradecido
pero nadie te dejará pasar de la puerta del jardín
aunque ofrezcas a Orión como regalo
o te rasgues las ropas a la orilla del León
porque Job tan pequeño
estará pescando en mi huella dactilar
con una nueva Tierra de Uz a sus espaldas
Yo te mostraré
escúchame
Aunque lo llames no responderá
aunque te oiga nadie atenderá tu llamado
El ojo que lo vio no lo verá más
sus ojos estarán sobre mí y yo no existiré
No insistas Deja que tiemble el mundo
Aquí estarás para siempre
condenado a la lejanía de tu propia obra
Y aunque ni la muerte ni la culpa
puedan tocar el borde de tu manto
el silencio del hombre pequeño envenenará tu sangre
Será su felicidad tu peor castigo
el infierno naciendo en tu cabeza.
CUANDO LOS RÍOS CALLEN BAJO LOS PUENTES
a May
Cuando los ríos callen bajo los puentes
y la ciudad se rinda sin retorno
caminarás el sendero de las rapaces
hasta mi cuerpo
Pondrás sobre mi frente
el átame que resguardas con orgullo
ahí donde los hombres
aprenden a soñar con alacranes
Como un sorbo de leche en la boca
de un recién nacido
bajarás entonces por mis muslos
Será mi sombra el ciervo que atraviese el bosque
para acurrucarse en tu garganta
Y nada podré ver
Y nada habré olvidado
Enredarás mi lengua
entre tus piernas
como la noche-jaguarundi
enreda su ojo en los estanques
y los prende y los asfixia
Para nosotros será por fin el silencio de la tierra
Y nada podrás ver
Y nada olvidarás
Cuando los ríos callen
y la ciudad se rinda sin retorno
yo he de ganarme la muerte
adentro de tu cuerpo.