Genealogía de mujer en el mar y otras visiones
Un poeta reciente en el panorama lírico nicaragüense. Aquí, seis de sus piezas inéditas.
Aquella mujer sentada en nuevas fórmulas de farmacéutico
cansada de dormir y de no poder mirarme
alterada por las visiones titubeantes de aquellos ojos de anaquel
florece
dueña de la tarde hasta oír mi nombre
volátil en ausencia
¿quién eres? —pregunta derrumbada— después de bañarse en el mar
aquella mujer
incurable congreso de piernas abiertas al sol
retrato de agua diluyéndose del lado equivocado
se pierde en otro tiempo
bajo los nombres de mis calles
aquella mujer repentina marejada
tendida en frente su tristeza
aquella mujer se sacudía el cabello de antorcha
sus dedos desprendían caricias de tipografía
callada en su quietud de poema
no hay más que pueda decirse sobre ella
Genalogía de mujer en el mar
a Eneida, desde ahora
“y ahora nuestra sed es llegar a un puerto
donde esté la mujer que en la piedad de su abrazo
nos reciba y nos adormezca”
José Emilio Pacheco
mojada en una gota
el mar cubriéndote los dedos entrañable apenas discurriendo
sonata de agua crótalo nutrido en ola de mujer
disuelta en la arena de tu cuerpo o mirada de amplificadora de corrientes
de noche salvavidas relumbrando tus ojos
alguna luz guía a los náufragos que deslizan continuo
a un puerto con los remos
reflejo de otros en ultramar
—entonces supe—
estabas provista de mar
vientre de coral remojado
de algas en tus pechos
y peces serenos vistiéndote
con mi deseo
Carl Zeiss desciende a una gruta por primera vez
Hay trozos de la tarde que uno tiende
para esperar algún rostro
—acaso tu rostro que se devuelve
desde la línea fragmentada de un recuerdo—
a veces es el día más largo
y uno desciende a buscarte
donde despliegan tus reflejos:
angustia oceánica de portada abrumadora
quizás soy el hombre que llegó a los límites del universo
sin encontrar la sombra de una hora
avizorada en la extensión de un espejo
más cerca del ojo que colisiona una mirada de aquel tiempo
en la inagotable extensión de este pasaje
el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti
entonces separo el abismo
y dejo un pasadizo
para que algún resquicio de ti vuelva
y estos ojos se enciendan en una llama que prende un barco nuevo
quise conocerte otra vez en otro tiempo
y tú pensabas lo mismo desde la punta del cielo
liberándote a ti misma
dijiste que volvías desde un destino
que yo desconocía
y tu regreso sacudió mi cama
como una ciudad que se derrumba al contacto del viento
asumimos el adiestramiento del profundo estrecho
y por ahí fuimos a recordar aquella costumbre de abrazar el vacío
y sentir apenas la tranquilidad
de un eco que se prolonga espontáneo.
Mis pupilas son ruedas
escucho cómo un ente les da vuelta
y se sube para llenar de pesares mis visiones
Acaso eras vos jugando a las palabras escondidas
acumulando algunas fijaciones
que se perdían entre el área de Panum.
Acaso eras vos sentada a la orilla del iris
cosiendo una fibra de color
que aparentaba la belleza de tus pies.
Mis miradas se confundieron en tu presencia
echamos a correr nuestra capacidad
como aviones entre nubes
y la caja negra de mis órbitas
quedó perdida entre la profundidad de mis ojos
escondida entre el revoltijo de tus palabras
—nos dimos cuenta de la realidad que se estrelló sobre las casas—
me derrumbé con las criptas de mi iris
se desmoronó mi pupila
y sólo vi cruzar de lado a lado
tu nombre recorriendo una calle deshabitada.
Me nombraste y una matriz braille deletreó cada sílaba
nubes con precipitados de hielo
intervención de haces punteando un rostro
desperté a tu lado
oculto tentáculo en la sombra
palpé la silueta de tu cuerpo
los bordes caían
te nombré
un remolino inaudito reconstruyó un árbol junto a mi pecho
en otra postura vi un rostro cubriéndose entre una rama
palidecía la luz que de mis ojos te daba
hasta quedar inmóvil
la herida de mis ojos
arde en la combustión de la retina.
Fibonacci
no podrán reconstruir la estatua de la mujer apagada
la simiente de una figura que se perdió al separar gases
inexacto ha sido el rostro que te han dado
sumergido entre al agua no ha renacido un nuevo gesto
la palabra que te modula se corrompe entre la arena
tu cuerpo ya no es tu cuerpo
las formas hierven mal logradas por la cadencia
el límite se ha colmado de fragmentos
estás a pedazos entre un espiral
imbricada desde el fondo del mar
destronar la espera
aunque la realidad se yerga sobre la autopsia hacia tus recuerdos
forjados en un elástico que se precipita en la hondura de la despedida.