Portillo inusual
Muestra hiperbreve de la obra de un poeta costarricense contemporáneo.
Gripe
Inicia con un resquemor en la garganta
como un gusano incómodo entre las cuerdas vocales
luego aparece la tos
ese sonido como de perro jadeante
posteriormente
viene la congestión indetenible
y ataca con tanto vigor
que se debe recurrir al servicio oportuno de los pañuelos
y después se asoman la fiebre
el dolor de cabeza
el lamento de las articulaciones
para después
empezar a orinar como un borracho cervecero
y esperar que pase una semana
en donde solo quedan las flemas
y los mocos que se arriman saltándose la nariz
sin consideración de los eventos ni las obligaciones públicas.
De por qué odio a los gatos
Por su latente inclinación a la vanidad y la soberbia
porque no respetan el dulce sabor del sueño de los demás
por su terrible petulancia al creerse los soles de la creación
porque en sus acciones no existe la ayuda desinteresada
porque la palabra amor está ligada solamente a sus propósitos
porque no sienten el cosquilleo de la ayuda
ni la indulgencia
ni el desprendimiento
porque en primer lugar están ellos
luego ellos
y posteriormente ellos
porque son traidores cuando no logran conseguir sus objetivos
y por supuesto
porque encarnan los defectos más detestables
de sus mascotas
los seres humanos.
De por qué los ticos deberíamos odiar el café
Porque su cultivo galopante
destruyó los bosques y riachuelos
cuyas venas se destacaban
a través de la delgada cintura de mi país
porque abstenerse de su consumo
produce un horrible taladro en la cabeza
porque nuestra economía
todavía sigue dependiendo de este producto
en los vaivenes desiguales de la bolsa mundial
porque los desechos de esta planta
se expanden sin control
por los ríos donde bebemos
y en el aire que respiramos
porque su ingesta suele causar manchas en los dientes
colitis
y todo tipo de oscilaciones en nuestro aparato digestivo
y por supuesto
porque es el principal causante
de la hegemonía de unos pocos
sobre la voluntad de casi todos
y de la clase política
que aún chorrea a su gusto
nuestro destino plagado de incertidumbres.
Adolescencia
Nadie le dijo jamás
que al crecer algo se muere…
Adrián Goizueta y el grupo Experimental
Todo fue tan súbito como irremediable:
el cuerpo que se alarga como un chicle
la asimetría de extremidades y de cara
la curiosidad insana que acecha a las amigas
la incomprensión rotunda de los padres
el desacato ante lo que fue evidente y sagrado
la rebeldía que crece sin interrupción como la hierba
el sinsabor que se adueña de las horas
pero sobre todo
la pérdida de ese mundo maravilloso
para darles cabida
a los avernos sin fondo de la realidad.
Portillo inusual
a K.P.B
Cómo me gustaría hurgar en tus adentros mi reina
(yo sé que te encanta lo prohibido)
brindarte placer por tus recónditos secretos
introducir mi pene firme y lujurioso
en tu culo reluciente como eclipse
auscultar los goces internos de tu vida
al tiempo que la fricción nos cambia los ojos
al color blanduzco de la paz
cómo me gustaría insertar mi verga
en ese hoyo diminuto pero latente de placer
mientras la dulzura de la provocación
detona explosiones en mis testículos
y te volvés fogosa ramera
y pedís más auscultación más profundidad mientras excavo
cómo me gustaría penetrarte el trasero mi depravada amiga
perforar tus nalgas fulgurantes
y que el goce llene plenamente
el depósito de tus deseos íntimos
al tiempo que usurpamos el paraíso
por la puerta más estrecha y despreciada de la creación.
Ex amantes
La que me obligó a visitar su casa
y la sombra de su madre
no se despegó de mi persona
ni siquiera para ir al sanitario
la metalera
que quería perforarme el escroto
porque según ella
provocaba fuegos artificiales durante el ritual de la satisfacción
la que dormía con su perro
el cual se ponía celoso
y volvía peligrosas las horas inertes mientras se sueña
la que me hizo comprarle media tienda de artículos extravagantes
y me los arrojó a la cara
cuando se enteró
de que yo asistía religiosamente todas las noches
a ver bailar a la vecina en el nuevo night club del vecindario
la que comía ajos por montones
y cuyos besos eran una pócima
para espantar a Drácula y a todos sus secuaces
la que jugaba fútbol
y cuyas muestras de cariño
consistían en un golpe rudo y seco sobre mis hombros
la religiosa
que pensaba que una relación sexual
sólo servía para contratar a la cigüeña
la mentecata
la que creía que mi pene
formaba parte de un complot internacional
y trató por todos los medios
de decapitar su inocente cabeza
la de dientes de oro
la maestra miope de secundaria
la taxista sin horario y sin modales
la que no usaba ropa interior
y todos mis amigos ofrecían llevarla a su casa
la dormilona
la coja de pierna pero no de deseos
la dependiente de ropa
que me regalaba
los calzoncillos excedentes después de Navidad…
todas ellas
con sus particulares formas de querer
fueron pasando por mi vida
como paisajes indelebles
que son admitidos sin pensarlo mucho
en la carretera sin pausa de la existencia.