Me he visto en miles de mundos
Breve selección de textos de Víctor BenUri para Álastor literario

Degradado térmico difuminado, por Kseniya Ozornina
Me he visto en miles de mundos
Me he visto sin alas envuelto
en llantos infantiles.
Las lágrimas pesan tanto que aplastan
mi cordura. Sobre musgo negro escribo y dibujo
líneas inconexas entre sí.
Me he visto en una playa espumosa:
las olas y la arena brillan cegadoras.
Me he visto esconderme detrás de
una nube al descubrirme en harapos
musitando palabras extrañas.
Poeta en un mundo donde no existen.
Me he visto en miles de mundos.
Caminar sobre hojas secas
empujadas por el viento.
Otras veces habitar la
gota de lluvia que
cae, mezclarme
con el indolente polvo,
empezar de cero.
En MI mayor
He muerto.
Nada parece aliviar lo innombrable.
Nada apetece.
La melancolía que fumo en Cannabis.
Una buena poesía leída en MI mayor
mucho menos el veranillo con su
bochorno.
Quizás una dosis de estupidez
me vendría bien, ya sabés, lo banal.
Serán mis vacaciones.
Mi vale-verga por la
vida y la despreocupación malsana.
Por hoy… he muerto. Mañana, no lo sé.
LSD
A Greta, Pablo y Salvador
Hay NOCHES que de súbito
se agudiza el visor.
El paladar pastoso parece
albergar el espacio.
Letárgico diluvia en los potreros
del cráneo y el can tranca la
puerta removiendo bilis negra.
Contar astros causa furor.
Todo se vislumbra en los
árboles con telarañas.
Dios reencarna en mi piel
al sostener la mano de un pequeño
agujereado por todas partes.
Media dosis no es suficiente para
sembrar girasoles con las pupilas.
El fuego apenas calienta los huesos
aferrados a las raíces.
Hay noches que no existen
y el alma se torna flamenco.
En Uno de los Mundos
A Salvador y Rodolfo
En un bar:
sombras cadavéricas rodeaban
la mesa con el fermento y el alquitrán
adhiriéndose a los huesos.
Plumas negras por mechones en los ojos.
He aquí:
Tres almas con ojos de querubes,
tres almas reflejándose entre
cóncavas de cristal,
sujetas al borde
del péndulo “El Tiempo”.
…Y fue el amanecer como un bostezo
apolónico con brazos de saeta.
L’enfant terrible invocando a los muertos.
Gautier, De Nerval, Alfonso Cortés.
…Y fue el fulgor, el medio día, la mirada
distante.
Patagónicos sueños.
Un horizonte sin cielo raso, drogado de locura.
La máscara, sempiterna efigie:
Revenue la folie et la mort.
… Y fue el ocaso, los veía con elefantiásica
memoria. En su altura, desnudo entre los ángeles
gravitaba al lado de estrellas taciturnas.
Recorrió las comisuras de Afrodita,
Venus e Ishtar.
Ahí, en ese mundo,
parecían un solo tiritar.
Como estrellas en pleno apogeo
de destrucción.
Bajo la sombra de un Mirlo:
batallas propias de nuestro tiempo.
No culpes a los desaforados por
escarbar en la columna vertebral todo
aquello que siniestramente veías con
embelesamiento.
La ira, inmóvil frente a tus ojos, retina
oblicua, sin velo.
Diremos:
¡Las campanas tañen por la miseria!
Doblan por un rumor establecido
en nuestras viseras, el jugo gástrico
derramado en los labios.
Supones que todo cae por su peso.
Como la noche que deja caer agujas
rojizas con todo el odio del mundo.
¡Soy testigo de tus silencios, de tu
sombra y de tus grandes gritos!