Las huellas de quienes ya no pueden respirar
Poesía mexicana, un poema de Alejandro Reyes
ALETEO DE CACTUS
El aletear de los cactus
es una metáfora de lo que sea.
Del beso como revólver
o de su ausencia
aun ante el moribundo que se ama.
De esas ventanas
tras las cuales los pasos
han perdido el norte
entre encierros, calles abandonadas,
lobos, fantasmas, motines,
bohemias clausuradas,
perseguidos por brujería,
por defensores, por rebeldes,
toques de queda,
botas de policías silenciando
lo que los tapabocas no pudieron
y, la muerte que, cosecha
las huellas de quienes ya no pueden respirar.
De esas páginas fugadas de los libros,
al caer de las repisas mal colocadas,
y sus guiños de letras:
Sólo una palabra.
Una palabra y se inicia la danza
de una fértil miseria.
ya está volando, ya quedó fuera de mí, ya no soy el mismo
ya nadie es el mismo
ya el idioma se precipitó de cabeza en el abismo de las moscas
Pronuncia el viento un salmo: Volverán las noches del sol negro, entonces llamarse locura será sólo andar lentamente entre estrellas.
No tengo ni palabra, ni tanto silencio para expresar mi asombro.
Escucha
cuán tan rápido me late tu corazón.
De las canciones flotantes
como despedidas de quienes las crearon:
Por ti yo dejé de pensar en el mar.
Por ti yo dejé de fijarme en el cielo.
Por ti me ha dado por llorar como el mar.
Me he puesto a sollozar como el cielo.
Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas.
No, no me pidas explicación.
En el amor no hay condición
Solo entrega, ternura y calor.
Sólo déjate ser.
De otras ventanas
que, aun rotas o empañadas
no dejan de sentir a las gaviotas y los cuervos
cosechando caracoles entre los abrojos del jardín;
al viento, el cuarto menguante y los naguales;
la sonrisa, la nieta que se aproxima y la metralla que no cesa;
la cuarentena fotografiada por Silvia;
el pez y el escarabajo rojos devorando el corazón;
del as con el que nadie gana
y la cerveza que refresca las derrotas;
las biznagas y su primera lluvia en el desierto;
tu sonrisa, el miedo y la vida renaciendo bajo las sábanas.
El aletear de los cactus
es una metáfora de lo que sea
o de nada.
Y, esta insistencia en escribir
quizá, solo sea para que la noche
me termine de borrar con ella.