Saudade - Mia Couto
Mía Couto es más conocido por su obra narrativa, en español su poesía circula poco o casi nada. A continuación presentamos una traducción del portugués vertidos por Víctor Ruiz.
PARA TI
Fue para ti
que desojé la lluvia
y liberé el aroma de la tierra
Toqué la nada
y fue todo para ti
Para ti inventé todas las palabras
y todas me fallaron
el minuto en que tallé
el sabor del siempre
Para ti di voz
a mis manos
abrí la crisálida del tiempo
asalté el mundo
y pensé que todo estaba en nosotros
en esa dulce ficción
de ser dueños de todo
sin nada tener
simplemente porque era de noche
y no dormíamos
yo descendía a tu pecho para buscarme
y antes que la oscuridad
nos ciñera la cintura
nos quedamos en los ojos
viviendo de uno solo
amando en una sola vida
COLORES DE PARTO
Lo que vi al nacer
fue el cielo.
En el desgarro de la retina,
la desatada luz:
mi segundo océano.
Aprendí la ceguera
antes que la línea y el color
del mundo se revelara.
Vi después,
aún sin saber que veía,
las manos.
Parteros gestos
me enseñaron con sus manos
que toda la vida estamos naciendo
Las manos fueron, entonces,
mi segundo vientre.
Luz y manos
moldearon la imposible frontera
entre océano y vientre.
Luz y manos
me consolaron
de la incurable soledad de haber nacido.
SAUDADE
Qué saudade
tengo de nacer.
Nostalgia
de esperar un nombre
como quien vuelve
a la casa que nadie ha habitado.
No precisas la vida, poeta.
Así hablaba la abuela.
Dios vive por nosotros, sentenciaba.
Y volvía a la oración.
La casa volvía
al vientre del silencio
y daba ganas de nacer.
Que saudade
tengo de Dios.
CLANDESTINO
En la penumbra de la tarde,
el mundo muerto,
a mi paso, despertaba.
No era amor
lo que buscaba.
Deseaba amar.
En la casa en ruinas
te desnudaste
para dejarme ciego.
Con voz entrecortada suplicabas
te llamara en la oscuridad.
En ti, sin embargo,
amaba
a quien no tiene nombre.
En la casa derruida
te amé y te perdí
como el ave que vuela
sólo para volver a sentir el cuerpo.
En la penumbra de la tarde,
me enseñaste a nacer.
En la nocturna claridad
olvidé
que nunca habías nacido.
TRADUCTOR DE LLUVIAS
Un pañuelo blanco
apaga el cielo.
La lengua de las alas
va traduciendo lluvias:
No existe adiós
en el idioma de las aves.
El mundo vuela
y sólo el poeta
hace compañía al suelo.
DESLIZAMIENTO DE ANATOMÍA
Casi fui médico.
Tempranamente
tuve esa inclinación.
Sucedió cuando era niño
frente a los libros escolares.
Me fascinaba el cuerpo humano,
las palabras en flor,
el jugo gástrico,
el bolo alimenticio,
las papilas gustativas.
Ante mi prematuro pasmo,
la maestra vaticinó: ¡Será un médico!
En casa, sin embargo,
mi padre diagnóstico diferente:
no es la anatomía lo que me atraía.
Solo amaba las palabras.
Mi padre lo adivinó:
estaba enfermo de poesía.
PA-LABRADOR
El papel,
antes del poema,
suelo después de la lluvia.
El idioma del grano
labra la caligrafía del pan.
DUERMES
Duermes.
Nada hay en el mundo,
solo tu rostro.
El cielo bajo el techo
espera conmigo a que
despiertes.
Mi único reloj:
la sombra inmóvil
en el piso del dormitorio.
La curva de la tierra
en tu párpado tatuada:
en tu sueño
me arrullas.
Me duermes.
NOCHE ESCANDINAVA
(saudade de Patrícia)
No es la luz lo que enciendo.
Sino la noche.
En instantes
el techo conviértese en cielo
y la oscuridad en lecho.
Escasa la noche
para tanta saudade.
Saudade
de la extensa noche del trópico,
saudade
de noches vagabundas y sin sueño,
saudade
de la noche con tiempo
para olvidar el tiempo.
En esta ciudad la gente
sueña breve y poco.
Tan breve que los sueños
quedan libres de pecado.
Despiertan por la mañana,
con medio sueño a cuestas,
como quien es sorprendido
abrazado a un demonio.
Y revelan sus sueños a un médico
como purgándose de una enfermedad.
Desconocen
el atentado contra la poesía:
recordar el sueño
es matar lo soñado.
Esta claridad de medianoche,
este poniente que nunca encuentra sol,
fueron hechos para robarte la distancia.
Ninguna geografía me vence:
en este crepúsculo matinal,
te dibujo, sombra lunar.
Y ya no es sueño ni pecado:
sos vos lo que enciendo
en el ocaso de Estocolmo.
APRENDIZ DE AUSENCIAS
Morir
como quien desemboca en el mar
y, de un vistazo,
mira el mundo
como si aún pudiera amarlo.
Morir
después de despedirme
de las palabras, una por una.
Y al final,
descontada al llanto,
queda una certeza:
no hay muerte
que baste
para dejar de vivir.
ESCRITURA
Tengo hambre de un nombre
y lo busco más allá de los idiomas
como un buscador de voces
escarbando un suelo de silencios.
Reverbera en mí
una caracola sin mar,
un pez agoniza
en el estremecimiento
de la página desnuda.
Hoy fui besado por una serpiente.
Y me reflejé,
agua sobre la luna.
Hoy escribí miel
sobre la picadura de una abeja:
eso que otros llaman poesía.
PARA TI
Foi para ti
que desfolhei a chuva
para ti soltei o perfume da terra
toquei no nada
e para ti foi tudo
Para ti criei todas as palavras
e todas me faltaram
no minuto em que talhei
o sabor do sempre
Para ti dei voz
às minhas mãos
abri os gomos do tempo
assaltei o mundo
e pensei que tudo estava em nós
nesse doce engano
de tudo sermos donos
sem nada termos
simplesmente porque era de noite
e não dormíamos
eu descia em teu peito
para me procurar
e antes que a escuridão
nos cingisse a cintura
ficávamos nos olhos
vivendo de um só
amando de uma só vida
CORES DE PARTO
O que eu vi,
à nascença, foi o céu.
No rasgão da retina,
a desatada luz: o meu segundo oceano.
Aprendi a ser cego
antes de, em linha e cor,
o mundo se revelar.
O que depois vi,
ainda sem saber que via,
foram as mãos.
Parteiros gestos
me ensinaram quanto,
das mãos,
a vida inteira vamos nascendo.
As mãos foram,
assim, o meu segundo ventre.
Luz e mãos
moldaram a impossível fronteira
entre oceano e ventre.
Luz e mãos
me consolaram
da incurável solidão de ter nascido.
SAUDADE
Que saudade
tenho de nascer.
Nostalgia
de esperar por um nome
como quem volta
à casa que nunca ninguém habitou.
Não precisas da vida, poeta.
Assim falava a avó.
Deus vive por nós, sentenciava.
E regressava às orações.
A casa voltava
ao ventre do silêncio
e dava vontade de nascer.
Que saudade
tenho de Deus.
CLANDESTINO
Na penumbra da tarde,
o mundo morto,
a meu passo, despertava.
Não era o amor
que eu procurava.
Buscava o amar.
Na casa em ruínas,
te despias
para que me deixasse cegar.
Voz transpirada,
suplicavas que te chamasse no escuro.
Em ti, porém,
eu amava
quem não tem nome.
Na casa arruinada
te amei e te perdi
como a ave que voa
apenas para voltar a ter corpo.
Na penumbra da tarde,
tu me ensinaste a nascer.
Na noturna claridade
me esqueci
que nunca havias nascido.
TRADUTOR DE CHUVAS
Um lenço branco
apaga o céu.
A fala da asa
vai traduzindo chuvas:
não há adeus
no idioma das aves.
O mundo voa
e apenas o poeta
faz companhia ao chão.
DESLIÇÃO DE ANATOMIA
Quase fui médico.
Cedo acreditei
ter inclinação.
Aconteceu, em menino,
frente aos compêndios escolares.
Fascinava-me,
no humano corpo,
o vocabulário em flor:
o suco gástrico,
o bolo alimentar,
o trânsito intestinal,
as papilas gustativas.
Ante o meu prematuro pasmo,
a professora vaticinou: vai ser médico!
Em casa, porém,
meu pai diagnosticou diverso:
não era a anatomia que me atraía.
Eu apenas amava as palavras.
Meu pai adivinhava.
E eu, de poesia, adoecia.
PALAVRADOR
O papel,
antes do poema,
é um chão depois da chuva.
O idioma do grão
lavra a caligrafia do pão.
DORMES
Dormes.
Não há no mundo senão teu rosto.
O céu sob o teto
espera comigo que despertes.
O meu único relógio
é a sombra imóvel no chão do quarto.
A curva da terra
em tua pálpebra desenhada:
no teu sono me embalas.
Dormes-me.
NOITE ESCANDINAVA
(saudade da Patrícia)
Não é a luz que acendo.
Acabei, sim, de acender a noite.
Num instante,
o teto se torna céu
e o escuro se torna leito.
A noite é escassa
para tanta saudade.
Saudade
da espreguiçada noite dos trópicos,
saudade
da noite com vagar para não dormir,
saudade
da noite com tempo para esquecer o tempo.
A gente desta cidade
sonha depressa e pouco.
Tão depressa
que o sono fica isento de pecado.
De manhã, despertam
com o sonho ainda a meio,
como quem é surpreso
de braço dado com o demónio.
E contam os sonhos a um médico
como se de doença se expurgassem.
Desconhecem
o atentado contra a poesia:
a lembrança do sonho
mata o termos sonhado.
Esta claridade de meia-noite,
este poente que nunca encontra sol,
foram feitos para te roubar da distância.
Nenhuma geografia me vence:
neste matinal crespúsculo
eu te desenho, luar de sombra.
E já não é nem pecado nem sonho:
és tu que acendo
num quase ocaso de Estocolmo.
APRENDIZ DE AUSÊNCIAS
Morrer
como quem desagua sem mar
e, num derradeiro relance,
olha o mundo
como se ainda o pudesse amar.
Morrer
depois de me despedir
das palavras, uma a uma.
E no final,
descontada a lágrima,
restar uma única certeza:
não há morte
que baste
para se deixar de viver.
ESCRITA
Tenho fome de um nome
e procuro-o para além dos idiomas
como garimpeiro de vozes
esgravatando um chão de silêncios.
Ecoa em mim
um búzio sem mar,
um peixe agoniza
no estremecer da página nua.
Hoje fui beijado por serpente.
E me espelhei,
água sobre a lua.
Hoje escrevi mel
sobre a picada da abelha:
isso a que outros chamam poesia.