Esta paranoia abre un abismo entre mis párpados
Selección poética del ganador del VIII Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero en Ecuador
MANUSCRITO ENCONTRADO EN ZARAGOZA
Cuando las campanas anuncian la media noche
las almas en pena y los duendes
salen emocionados de sus prisiones
como los niños al final de un día de clases.
Algunas noches no sirve el truco
de quebrarme las piernas para quedarme dormido
y antes del primer canto del gallo
ya he acabado de confesar al techo
lo que nunca confesé al ermitaño:
los placeres del cuerpo por los que vale la pena
que el alma no sea recibida en ningún cielo,
lo feliz que me hace el prometedor futuro
de la chica expulsada de la escuela para monjas,
y para qué negar que disfruté
jugando a ser la bestia que se arrastra a tierra santa
cantando la balada de los ahorcados.
Me gusta el olor a azufre en la mañana.
Por suerte no recordamos el inicio de un sueño
pero sí el de una pesadilla.
Confieso también que las mejores amantes
son las que no te dejan entrar a su lecho
si antes no te quitas el crucifijo.
LA DAMA MALCASADA
Harta de su esposo
que no abre el jardín
y se la pasa hablando de política
en la mesa redonda
ella ha venido a mí
a mostrarme el Santo Grial
entre sus muslos.
En lo profundo del bosque
los unicornios espían
nuestros juegos impuros.
LAMIA
Desde que te fuiste no dejo de encontrar
piel de serpiente por toda la casa.
Sabes que la nostalgia me hace actuar raro:
no he querido limpiar la sangre de las paredes.
Cuando pienso en ti humean las marcas
que dejaron tus uñas en mi espalda
y al ángel en mi hombro le pido silencio
para escuchar en mi otro hombro al demonio inspirado.
SUPERSTICIONES
A Gabriela
Caminemos tomados de la mano
debajo de una escalera.
Modelemos abrazados
frente a un espejo roto.
Adoptemos un gato negro de la calle.
Abramos la sombrilla dentro de casa.
No importa cuántos años difíciles
se sumen en total.
Conocernos tuvo que ser algo más
que simplemente buena fortuna.
Brindemos por una vida
de inofensiva mala suerte, juntos.
FLAUTA DE PIERRE LOUΫS
Bilitis, evita el deshielo de mi rostro,
pon tu mejilla roja en mi mejilla fría.
Mátame suavemente con tus confesiones.
Un monje loco te invoca dormido
como si tú fueras uno de esos demonios
que se pueden domar pronunciando su nombre.
Confiesa que finges jugar en el bosque
esperando ser atrapada por el fauno
de manos duras y peludas al que ya no temes
desde que leíste el libro prohibido para niñas.
Bilitis, discúlpame si estoy imaginando cosas,
esta paranoia abre un abismo entre mis párpados
como si la policía me persiguiera
por los crímenes que solo he cometido en sueños.
Recuerda, adefesio consentido,
la noche convierte mi mente
en una insaciable planta carnívora.
La gente anda hablando bien de ti,
dicen que nunca te pierdes una misa
y eso arruinaría mis planes.
Te lo ruego, desmiente en las madrugadas
con tu mejilla roja todo lo bueno que dicen de ti,
duerme tranquila con un pie afuera de la cama
sintiendo mis besos como la mano fría de un fantasma.
OZYMANDIAS
Cada día me adelgaza más la locura.
Tengo un pie en el ataúd, otro en el olvido,
cuando muera mi eternidad correrá peligro
como los cachorros sin madre en medio de la selva.
En toda mi vida nadie me vio quedarme dormido
pero no me quejo, disfruté siendo una isla.
Mi epitafio será claro: les ruego no resucitarme.
Fantaseo con un funeral en el que todos,
inspirados, rasgarán sus camisas de fuerza
al ver mis pupilas dilatadas por el fuego del infierno
mientras yo me atormento a mí mismo
fingiendo simpatía por el diablo
y dudando si se cumplió mi último deseo:
una estatua mía en una alcantarilla.