Dos poemas y un fragmento de Anne Carson

De la colección de folletos Float (Nueva York: Knopf, 2016). Traducciones de Carlos F. Grigsby.

Foto de Luigi Esposito Jerez (ver galería completa en Álastor).

«Soneto aislamiento»

del folleto El posesivo usado como bebida (yo),

 

«Me obligo a mí mismo a contradecirme para no avenirme con mis gustos»
—Marcel Duchamp
 
Un soneto es un rectángulo sobre la página.
Tu ojo lo disfruta con una proporción de ocho a cinco.
Digamos que sos un hombre urgente en un idioma urgente
interpretando las mil sombras que te mantienen vivo.
Si fuera solo agua o inocente o un ave de una nave,
si solo fueras Adonis o Marcel Duchamp
alistándote para tu media hora de ajedrez o de sexo, no este bloque
recortado de la niebla del lenguaje, húmedo aún. Pero no,
 
estás solo. Cualquier idea arrodillada que de aquí se levante
para darse la vuelta y mirarte más rápida que un beso
o un guión o el primer momento en que sentiste la brisa
de ser una criatura que va hacia la muerte —algún día, no este—
exigirá toda tu astucia y una exhalación de azul profundo como suspiro
al utilizar solo dos pronombres, yo y no-yo.

 

«Pila de derechos animales»

del folleto Pilas

 

Un fenicio registró por primera vez la palabra gorila.
 
Este era Hannón El Navegante que viajó por la costa oeste del África desde Cartago en el siglo sexto AC.
 
Su diario contiene esta entrada: Llegamos a la isla de los bárbaros.
La mayoría eran mujeres de cuerpo peludo que nuestros intér-pretes llamaron «gorilas». Les dimos caza pero no alcanzamos a atrapar ningún macho siendo estos buenos trepadores. Atrapamos tres mujeres que mordían y arañaban. De manera que las matamos y desollamos y a casa trajimos sus pieles.
 
Plinio El Viejo asevera que unas pieles de gorila fueron exhibidas en el templo de Tanit en Cartago hasta que los romanos lo destruyeron.
 
Según los lingüistas la palabra gorila expresa un término kikongo que significa «animal poderoso que se golpea a sí mismo con violencia.»

 

Fragmento del folleto Variaciones sobre el derecho de permanecer en silencio

 

[...] En el canto diez de la Odisea de Homero, cuando Odiseo está a punto de confrontar a una bruja llamada Circe cuya costumbre es convertir a los hombres en cerdos, se le da de la mano del dios Hermes una planta curativa para usarla contra su magia. Aquí está la descripción de Homero:
 
Hablando así Hermes le entregó la droga
sacándola de la tierra y revelándole su naturaleza:
en la raíz era negra pero como la leche era su flor.
Moly es el nombre que le dan los dioses. Y es muy difícil de desenterrar
para los mortales. Pero los dioses son capaces de cosas así.
(10.305) 
 
Moly es un caso entre muchos en los poemas de Homero de aquello que Homero llama «el lenguaje de los dioses». Hay un puñado de personas o de cosas en la poesía épica que poseen esta especie de nombre doble. A los lingüistas les gusta pensar que son trazos de un sustrato antiguo del Indo-Europeo que se preserva en la lengua homérica. Sea como fuera, cuando invoca el lenguaje de los dioses Homero nos suele dar también la traducción terrenal. Pero aquí no. Quiere que la palabra se calle. Aquí tenemos cuatro letras del alfabeto, las podemos pronunciar pero no las podemos definir, poseer o hacer uso de ellas. No se puede buscar esta planta al lado del camino o googlearla y averiguar dónde comprarla. La planta es sagrada, su conocimiento le pertenece a los dioses, la palabra se detiene a sí misma. Es casi como si se nos presentara un retrato —no de alguien famoso pero quizá alguien que podríamos reconocer si nos lo propusiéramos— y al observarlo de cerca, vemos en el lugar donde debería estar el rostro, una mancha blanca de pintura [...]

 

«Sonnet Isolate»

 

 

“I force myself to contradict myself in order to avoid conforming to my own taste.”
—Marcel Duchamp
 
A sonnet is a rectangle upon the page.
Your eye enjoys it in a ratio of eight to five.
Let’s say you’re an urgent man in an urgent language
construing the millions of shadows that keep you alive.
If only it were water or innocent or a hawk from a handsaw,
if only you were Adonis or Marcel Duchamp
settling in to your half hour of sex or chess, not this raw
block cut out of the fog of meaning, still damp. But no,
 
you are alone. Whatever idea here rises from its knees
to turn and face you quicker than a kiss
or a hyphen or the very first moment you felt the breeze
of being a creature who will die—one day, not this—
will ask of you most of your cunning and a deep blue release like a sigh
while using only two pronouns, I and not-I.

 

«Stack of Animal Rights»

 

 

A Phoenician first recorded the word gorilla.
 
This was Hanno the Navigator who voyaged from Carthage along the West African coast in the sixth century BC.
 
His logbook contains this entry: We came to an island of savages.
Most of them were women with hairy bodies whom our inter-preters called “gorillas.” We chased them but could not get any males they being good climbers. We got three women who bit and clawed. So we killed them and flayed them and brought their skins back home.
 
Pliny the Elder attests that gorilla skins were exhibited in the temple of Tanit in Carthage until the Romans destroyed it.
 
According to linguists the word gorilla renders a Kikongo term for “powerful animal that beats itself violently.”

 

From Variations on the Right to Remain Silent

 

[...] In the tenth book of Homer’s Odyssey, when Odysseus is about to confront a witch named Kirke whose practice is to turn men into pigs, he is given by the god Hermes a pharmaceutical plant to use against her magic. Here is Homer’s description of it:
 
So speaking Hermes gave him the drug
by pulling it out of the ground and he showed the nature of it:
at the root it was black but like milk was the flower.
Moly is what the gods call it. And it is very hard to dig up
for mortal men. But gods can do such things.
(10.305) 
 
Moly is one of several occurrences in Homer’s poems of what Homer calls “the language of gods.” There are a handful of people or things in epic poetry that have this sort of double name. Linguists like to see in these names traces of some older layer of Indo-European preserved in Homer’s Greek. However that may be, when he invokes the language of gods Homer usually tells you the earthly translation also. Here he does not. He wants this word to fall silent. Here are four letters of the alphabet, you can pronounce them but you cannot define, possess or make use of them. You cannot search for this plant by the roadside or Google it and find out where to buy some. The plant is sacred, the knowledge belongs to gods, the word stops itself. Almost as if you were presented with a portrait of some person—not a famous person but someone you might recognize if you put your mind to it—and as you peer closely you see, in the place where the face should be, a splash of white paint. [...]