Los últimos fragmentos de mi infancia
¿Qué están escribiendo los jóvenes poetas de Nicaragua? ¿Qué rumbo llevan sus búsquedas y experimentaciones verbales? A continuación presentamos una muestra de lo más reciente de la poesía joven nicaragüense.
ERÓTICA DEL TEMBLOR
Incontables sombras
arden al filo del paraíso
Exangüe lámpara
ex
tin
guién
do
se
al temblor de los huesos de cuerpos en escena.
Risas, murmullos, humedad
desbordan la cama
Sombras sucumbiendo
al roce de relámpagos,
cuchillos y piel.
Amantes, caracola paleozoica
metal bruñido en lanza
oasis de un mundo que se desmorona.
CANCIÓN DE CUNA PARA MIS HIJOS NO NACIDOS
No quiero que la conozcan
ni que la miren por la calle
cuando atrevidamente
pretenda tomarlos de la mano
no es una amiga
ni una buena vecina
solo quiere ganarse su confianza
para luego arremeter contra ustedes.
Lanzarlos con furia al abismo
des
pe
da
zar
los
abandonarlos
des
fi
gu
rar
los
consumirlos en la locura.
DEFINITIVAMENTE NO
No,
definitivamente
no
seré jamás el arquetipo de mujer
sumisa y bienhechora
el reemplazo sensual de tu madre
que te corta las uñas cada semana
ni lavaré tus mugrosos pantalones blancos,
impregnados de indiferencia
Tampoco me levantaré hacer el café cuando violentamente
vuelvas a casa
después de una larga noche de juegos.
VIGAS PODRIDAS DE MI INFANCIA
Los últimos fragmentos de mi infancia
quedaron adheridos a un par de vigas podridas
sucumbieron ante el lodo
los años e indiferencia
Desde la soledad
dos sombras juegan con el barro
soñando algún día crecer.
Los inocentes juegos de cocina
el chocochoco que devoraban las
bocas golosas
las hojas de sardinillo que servían
de dinero en la ventecita.
Todo quedó en carretes mohosos
carcomidos por el olvido
pero reviven
cuando miro aquel par de vigas podridas.
TIERNAS LAGARTIJAS AL SOL
Hoy me desperté con un sabor a nostalgia,
en la espuma del café se dibujó tu recuerdo
y en las últimas migas de pan del desayuno
me susurraron un vago te quiero.
En las losetas de la calle
encontré tu sombra desparramada
que casualmente se cuela
por mis párpados aún somnolientos.
Te veo,
me veo
echados
como tiernas lagartijas
tomando el sol en el asfalto.
Risas, lágrimas,
saltar al vacío
equivalía a tratar de cruzar
un manjol a los quince.
SIN PREVIO AVISO
Un día sin previo aviso
te encontraré
quizás en la sombra de alguna ventana
o miré sin saber tus ojos a través
del vidrio de un autobús
o me cuele por tus pasos
en un accidental trajineo del mercado
a lo mejor te conozco
pero
aún no me percato.